Aldara
Ya estábamos todos despiertos. Nadie hablaba.
Después de un rato de silencio incómodo, Lyra empezó a decir algo:
-Oíd, mamá, papá... ¿Podemos ir con Aldara y Heres a dar una vuelta? -Liam y Lyra ya nos habían contado el plan: querían enterrar una cápsula del tiempo en la Plaza Mayor.
-Claro, hoy podéis hacer lo que queráis. -Contestó mamá, empaquetando algo de comida. -Pero recordad que...
-A las siete y media en casa, lo sabemos. -Terminé yo.
-Muy bien. ¡Aprovechad el día, eh! -Todos asentimos y sin perder un segundo más salimos a la calle. La Plaza Mayor no quedaba muy lejos de casa: solo teníamos que andar un par de calles y girar a la derecha.
Todos sabíamos el camino, así que nos pusimos a andar con marcha rápida. No podíamos perder el tiempo: hoy no.
Cuando llegamos, buscamos un sitio con tierra lo suficientemente blanda para poder enterrar la cápsula.
-¡Aquí! -Gritó Heres, señalando una zona de tierra donde había plantado un gran árbol. Todos estábamos de acuerdo en enterrarla ahí, así que empezamos a cavar con las palas que Lyra y Liam habían cogido.
-Esto ya está. -Dije, al acabar. Miré al árbol que teníamos delante. -Es muy grande, me pregunto cuantos años debe tener...
Entonces noté una presencia a mi espalda y me giré.
-Es un gran árbol, sí. -Dijo un hombre bien vestido. -Trabajo en el ayuntamiento. -Al escuchar estas palabras me tranquilicé.
-Qué bien... -Dijo Heres, sin saber qué responder.
-Sí, por supuesto... -Se dirigió a mí. -Este árbol es un símbolo en este pueblo. ¡Tiene ya más de cien años! -Acarició la corteza del tronco. -Es precioso, ¿no os parece? -Todos asentimos. -También se le llama el árbol eterno. Es uno de esos nombres que le pone la gente..., ya que si escribes en su corteza el mensaje sigue ahí mismo años después. Bueno, espero no haberos molestado demasiado. ¡Me hago mayor y me encanta explicar historias antiguas del pueblo a niños como vosotros! -Empezó a reír y se marchó.
-Qué tipo tan raro... -Dijo Lyra. Y todos le dimos la razón.
-Raro, sí. Pero nos ha ayudado. -Todos me miraron con cara extrañada. -Posiblemente en el año dos-mil-doscientos, cuando queremos que desentierren la cápsula, la gente será más lista. Si escribimos 2200 en la corteza del árbol, quizá puedan descifrar el código y... ¿Me seguís?
-Sí, -Contesto Heres. -¡desde luego!
Inmediatamente, Heres se fue corriendo al restaurante más cercano a pedir un cuchillo. Tardó un poco, así que creo que en un principio no se lo querían dar, pero finalmente lo consiguió.
-¡Aquí lo tengo! -Exclamó, emocionado. Miró el cuchillo, sonrió y me lo entregó. -¿Querrás hacer los honores?
-Por supuesto. -Contesté, con un tono formal.
Empuñé el arma con la mano derecha y la acerqué al tronco. Empecé a escribir:
Primero un 2, después otro 2... hasta que terminé.
-¡Ya está! -Todos miramos el tronco del árbol, ahora con una marca que quedaría grabada en él eternamente. -Buen trabajo.
Pasaron unos minutos y decidimos marcharnos: nosotros ya no podíamos hacer nada más por la Tierra que intentar dejar un mensaje para futuros habitantes.
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Una sociedad caducada
Adventure*Terminado* El cambio climático, las guerras, los conflictos políticos... son solo algunos de los miles de problemas que están presentes en este mundo. Están, pero también estarán. Por ese mismo motivo, esta familia ha tenido que tomar una decisión...