Heaven: Epílogo

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El tiempo es una sinfonía incomprensible, sigue moviéndose sin esperar a nadie.

Sergio no se quedó quieto, Luka tampoco lo hizo, se movieron con el tiempo y evolucionaron con él, pero no importa cuantas vueltas dé la manecilla, sus corazones siempre aumentaban su amor con cada palpitar y lo fundían bajo miles de estrellas. Y eso está bien.

El 2017 fue un año hermoso, fueron leyendas escritas con tinta dorada en la historia del club más grande de Europa, el mundo se fracturó una y mil veces debajo de sus pies y cayeron en lo más bajo, pero aprendieron a levantarse y volver a brillar, aunque tuvieran que pedir ayuda para hacerlo. Aún con la tormenta disolviéndose en el cielo lograron resplandecer al ser tanto él como su novio, parte del once ideal ese año, y cerrando el año con broche de oro ganando el mundial de clubes, y, no solo eso, sino que, ¡Lukita había ganado el balón de oro del torneo! Dicho año estaba como mucho, enmarcado en un marco de oro y esmeraldas en el corazón de Sergio, el año de su vida en el que aprendió a amar más allá de sus sentidos y se aprendió a amar por quién es y será toda su vida.

Es lo que piensa mientras mira las estrellas en invierno, tal vez está algo borracho mientras despide el año en una de sus fincas en Sevilla, siente su nariz fría bajo los efectos del vino y el viento helado, escucha el ruido de su familia disfrutar de su noche en el salón, están todos reunidos para despedir el año, sus padres, hermanos, sobrinos, primos y toda su extensa familia, y Luka.

Luka.

Saber que el croata fue aceptado con tanta facilidad en su familia le calentaba el corazón.

Las risas se escuchan como un recuerdo dulce cuando el viento helado envuelve su rostro entre sus manos, no puede evitar sonreír porque es acogedor y mira a la Luna agradeciéndole por siempre ser testigo de su vida. Escucha la puerta abrirse y cerrarse detrás de él, pero no se gira a ver quién es porque reconoce esos pasos donde sea que vaya.

Siente unos brazos rodear su cintura sobre la tela de su camiseta, el toque es cálido y sabe que el dueño de los brazos es el croata que se robó su corazón. - "¿Qué haces aquí fuera?, ya casi es medianoche"- su voz suena ronca, rasposa y endulzada por el acento de no saber muy bien el idioma, Sergio acaricia sus dedos por debajo de sus mangas de manera lenta.

- "Mmh"- suelta sintiendo su lengua vibrar en su paladar-"Estoy hablando con la luna"- no sabe si tiene sentido, probablemente no lo tenga, pero no sabe explicar porque se alejó para tomar aire fresco.

- "¿Ya estás borracho?"-.

Suelta una risa divertido, no cree estar borracho todavía, solo fueron un par de copas de vino antes de que el frío rozara su nariz y la dejara congelada, pero entiende el porqué lo dice; su pecho vibra y siente los cabellos y la cabeza de Luka apoyados en su espalda mientras sigue acariciando sus dedos tibios.

- "No, es solo"- hace una pausa y mira la luna brillar tan bella como siempre, las estrellas la acompañan y no puede evitar pensar en todo su equipo como ellas -"le agradezco por este año, ella es el único testigo de todo lo qué pasó"-.

El viento silba en un susurro entre el silencio y mueve ligeramente la tela de su ropa, se ha formado calor donde la cabeza de Luka reposa, un espacio donde ninguno habla y solo escuchan a los niños reír adentro. La luna los mira, y Sergio no cree que en su vida se haya sentido más feliz que desde el croata entró a su vida.

- "¿Qué haces aquí?"- Sergio pregunta en un susurro cuando comienzan a aparecer fuegos artificiales en el cielo, destruyendo la belleza del paisaje para anunciar que la medianoche está cerca, resonando en sus oídos y no puede evitar hacer una mueca, porque siente a Luka tensarse detrás de él y apretar sus manos en el agarre.

Perfecto || lukamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora