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Anahí intentó continuar con su día como si ese beso jamás hubiese tenido lugar pero, inconscientemente, se llevaba las manos a los labios continuamente, sintiendo todavía el roce de los de Alfonso. Suspiró. Jamás la habían besado de esa manera, como si de verdad fuese importante y amada. Tampoco había dado tantos besos a lo largo de su vida como para comparar, y nunca habían tenido tanta pasión como los que había dado a Alfonso.

Agitó la cabeza de nuevo y suspiró. Si no salía ya, no llegaría a buscar a Eda al colegio. Se montó en el coche unos minutos después, sintiendo como la nuca se le erizaba, y condujo decidida hasta el colegio, pensando en lo largos que se le harían aquellos días sin Alfonso. Cuando llegó al colegio, volvió a sentir como no solo la nuca se le erizaba, sino todo su cuerpo, pero no le dio importancia. Seguramente fuese por el beso todavía y ella no quería darle mas vueltas al tema.

Eda salió corriendo hacia ella en cuanto la vio, minutos después, y Anahí se agachó para recibir su abrazo con una gran sonrisa.

— Hola cielo —besó su cabecita varias veces, haciéndola reír— ¿Cómo estás?
— Muy bien. Tengo hambre, ¿podemos comer por ahí?

Los ojos de Eda se abrieron expectantes, ¿iba a empezar a pedir tan pronto? Anahí sabía exactamente lo que estaba haciendo, ahora que Alfonso no estaba, jugaba a tensar la cuerda para ver lo que podía conseguir de ella, pero Lily había ido antes a casa para cocinar algo rico y especial para Eda porque su padre se había vuelto a ir de viaje, y no podían hacerle ese feo tampoco. Suspiró otra vez, aunque ya había perdido la cuenta de cuantas veces lo había hecho durante el día y acarició su mejilla con cariño.

— Eda, cielo. Lily ha estado cocinando para ti por horas, ¿qué te parece si vamos a casa y disfrutamos de su comida? A la noche, podemos pedir algo —le guiñó el ojo.
— Pero yo quiero comer fuera ahora.
— Lo sé, cariño pero ¿cómo crees que se sentirá Lily si después de tanto esfuerzo en la cocina no aparecemos para comer? A mi no me gustaría que me hiciesen trabajar para nada —probó de nuevo—, ¿y a ti?

Eda se quedó en silencio un par de minutos, hasta que llegaron al coche y Anahí abrió la puerta de atrás para montarla, dejándola tiempo para reflexionar. En ese momento, la niña la miró con ojos tristes y respondió.

— Tienes razón.
— Eres muy lista y considerada, Eda —dejó un beso en su mejilla y acarició su cabeza antes de ponerle bien el cinturón—. Esta noche, si quieres, podemos pedir algo de fuera para nosotras. O, si lo prefieres, puedo avisar a Lily para que mañana no venga y tú y yo podemos ir a comer una hamburguesa cuando salgas de clase.
— ¡Mañana, mañana! Quiero comer contigo fuera, Annie.
— Está bien. Luego se lo diremos a Lily, ¿si?

El camino a casa fue más tranquilo de lo que Anahí se imaginó después del plan truncado de Eda. Llegaron a casa y comieron la comida que Lily les había preparado. Anahí le avisó de sus planes para mañana y Lily asintió sonriente por la decisión.

— Entonces mañana os veré a la noche.
— Eso es, gracias Lily.
— ¡Gracias, Lily! —contestó la niña también, asintiendo sonriente— Esto está riquísimo, menos mal que no nos lo hemos perdido.
— ¿Verdad? Somos muy afortunadas.

Las dos mujeres rieron con cariño. Anahí le había vuelto a explicar la importancia de tratar bien a la gente y felicitarla de vez en cuando con elogios sinceros y la niña había aplicado muy bien los conocimientos con la cocinera, la cual se había ido feliz por el piropo de la niña. Y Anahí se dio cuenta que, seguramente, fuese de las primeras veces que Eda lo hacía.

— ¿Vamos a ir al parque?
— Si quieres si, pero primero sabes que toca cuento y siesta.
— Pero yo no tengo sueño —contestó, intentando no bostezar.
— ¿Qué te parece si hacemos nuestro plan un poco diferente? —sonrió de lado, estaba volviendo a tirar porque estaba claro que se moría de sueño.

La niñera del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora