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Las siguientes semanas fueron una verdadera tortura para Anahí. Eda se había recuperado del todo y estaba más activa que nunca, pero eso no era lo malo. Pasaban el día juntas y hacían miles de cosas divertidas que no solo mantenían activa a la niña, sino también a la niñera. Pero cada vez que Alfonso aparecía, Anahi sentía un pequeño cosquilleo en su estómago que jamás había experimentado y cualquier comentario o gesto que él hacía la ponía nerviosa. No la había vuelto a besar, pero si había rozado su brazo al pasar, sí que le había sonreído con sensualidad, y si que le había mirado directamente a los labios cuando hablaba. Y cuando Eda se dormida... Intentaba hacerse la cansada, despedirse cuando Alfonso entraba a leer el cuento con su hija, y decir que ella también iría a dormir aunque se pasase las siguientes horas dando vueltas en la cama como si fuese una peonza hasta caer rendida.

— Espérame abajo, Annie. Quiero hablar contigo de una cosa —le dijo después de muchas noches escabulléndose a su habitación como una cobarde.

Esa era otra de las cosas que había cambiado. Desde el beso, había empezado a llamarla por su diminutivo y cada vez que lo hacía sentía como se derretía por dentro.

Anahí bajó las escaleras temblando, no sabía que le quería decir. Sabía que no la iba a despedir, cómo la había tratado esas últimas semanas, cómo la había besado... Era imposible que quisiese deshacerse de ella pero ¿Y si la despedía por eso mismo? La había besado si, pero no había pasado de eso... Llevaba allí casi cuatro meses y no se imaginaba la vida sin ellos, aunque también imaginaba que estaba con Alfonso, que se amaban y se casaban y formaban una familia. Pero no. Eso jamás pasaría, ella se había olvidado del amor y él jamás sería un príncipe azul con armadura.

Sintió a Alfonso mucho antes de que este apareciese en el salón. Parecía cansado y estaba más sexy que nunca, pero Anahí no hizo ni dijo nada hasta que él la mandó sentar en el sofá. Estaba a punto de hablar cuando su teléfono sonó. Suspiró, mirándola fijamente para disculparse y descolgó sin mirar quién era.

— ¿Sí...? —hizo una pausa, era su hermano— ¿ya? —se levantó de un salto, haciendo que su fragancia inundase los sentidos de Anahí—. Voy para allá, si. Dame unos minutos —empezó a moverse de un lado a otro, recogiendo cosas y metiéndoselas en los bolsillos hasta que paró en seco—. Por cierto, enhorabuena hermanito.

Anahí se tranquilizó, dándose cuenta que había estado conteniendo el aliento mientras Alfonso hablaba por teléfono. Que le diese la enhorabuena sólo podía significar una cosa:

— Cindy está de parto —anunció Alfonso, sonriente—. Vamos a tener que dejar la charla para otro día —se acercó a ella y la levantó—. Pero no te vas a librar, Annie. Tarde o temprano...

Se acercó a ella lentamente, torturándola, hasta que sus labios se rozaron dulcemente.

— Deberías irse —suspiró aturdida—. Tu hermano y tu cuñada te esperan. Me quedaré con Eda, tranquilo.
— Estoy más que tranquilo contigo, Annie. Te avisaré cuando nazca.

Anahí asintió y lo dejó marchar después de que la besase de nuevo, sintiéndose estúpida.

Alfonso condujo con rapidez hasta llegar al hospital en el que su hermano le había dicho que estaban. Cuando llegó, vio a su padre en la sala de espera, caminando de un lado a otro como si el fuese el verdadero padre y estuviese de los nervios. Se acercó a él y lo abrazó, palmeando su espalda con afecto.

— ¿Cómo estás?
— ¡Voy a ser abuelo de nuevo! —sonrió— Al principio me asusté mucho, Cindy vino a darme un beso de buenas noches al despacho cuando se quedó quieta y rígida delante de mi. Su cara se puso tan blanca que me asusté y no me dijo nada hasta después de unos segundos, eternos por cierto. Tu madre jamás se puso así de blanca con ninguno de los dos y con Eda no vivimos el parto ¡Estaba aterrado! Llamé a Ricardo tan pronto Cindy me aseguró que estaba bien y mira que sorpresa, ¡se había puesto de parto! Ese chiquillo quería conocer a su abuelo cuanto antes y lo ha dejado claro —rió, nervioso— Si tu madre estuviese aquí, estaría tan orgullosa de vosotros...

La niñera del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora