capítulo 6

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Mi cabeza explota y mi estómago se revuelve en cuanto me despierto y me dispongo a girar en mi preciosa cama para seguir durmiendo.

Pero todo eso se va al traste cuando me doy cuenta que tengo un brazo pesado rodeándome la cintura con fuerza mientras siento un cuerpo detrás de mí abrazándome desde la espalda.

Todos los recuerdos de hace unas horas llegan a mi cabeza como una bala dándome un golpe de realidad.

"Te quiero para muchas otras cosas, pero eso ya es otro tema aparte."

"Que sepas que estás muy guapo cuando te pones mandón."

"Cállate y abrázame, Pedro. Que no te voy a comer, joder"

Me acuerdo de sus caricias en mi muslo antes de que me durmiera en su coche, de cómo me cogió en brazos y me subió hasta arriba mientras yo estaba medio dormida, y en lo bien que se sintió dormirme entre sus brazos y sintiendo su piel caliente.

Joder Nayla, no vas a volver a beber en tu vida. Que puta vergüenza.

Suspiro mientras abro los ojos adaptándome a la claridad de la habitación. Me giro con cuidado de no despertar al canario y lo miro quedándome embobada.

Que puta obra de arte, me cago en todo.

Duerme tranquilo con el pelo revuelto y los labios entreabiertos. Sus pestañas decoran sus ojos cerrados mientras respira tranquilo. El brazo que no me está agarrando lo tiene flexionado debajo de la almohada y al estar en manga corta hace que se le noten los bíceps musculados.

Cojo mi móvil, que ayer murió sin batería para mirar la hora. Es la una y vente casi, no me acuerdo de que a qué hora nos fuimos pero era tarde de cojones. Contesto a unos mensajes de Aida y de Pablo que tengo de ayer diciéndoles que estoy bien aunque con una resaca que me muero.

Estoy dispuesta a levantarme de la cama sin hacer mucho ruido cuando el brazo de Pedri me pega más a su cuerpo y él coloca su cabeza en el hueco de mi cuello. Me empiezo a poner súper nerviosa al tenerlo tan cerca, ayer no me importaba porque el alcohol me daba más valentía pero ahora mismo siento como mi corazón va a mil por hora.

El corazón te late a mil.—lo escucho decir contra mi cuello mientras pasa sus manos por mi cintura. —¿Que tal la resaca, rubia?—pregunta con voz ronca.

—Cállate.—le susurró yo antes de suspirar. —Me quiero morir del dolor de cabeza, Pedro.

—Bueno, consecuencias de la cantidad de cubatas que te tomaste ayer, muchacha.—dice él separándose de mi mientras me mira a los ojos. —¿Por lo menos has dormido bien?

—Sí, aunque hoy no hago prueba ya que estaba en estado crítico y podría haber dormido bien hasta en un banco.—digo yo provocando su risa.

—Pues tendrás que venir otro día sin que haya alcohol por el medio y a ver qué pasa.—dice sonriente mientras me mira a los ojos.

—Ya veremos, González.—digo yo dándole unos golpecitos en la mejilla antes de incorporarme de la cama. —Madre mia, que resaca...

Escucho la risa del canario antes de ver cómo se levanta de cama y se calza las chanclas mientras coge su móvil.

—No sé si mi hermano está en casa, pero vamos a inventar algo para desayunar.—me dice mirándome esperando que me levante.

—¿Tienes un hermano?—pregunto yo mientras me levanto de su cama y cojo mi móvil.

RENDICIÓN ; pedri gonzález. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora