RENDICIÓN ; pedri gonzález.

capítulo 22

Nayla Saavedra;

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—¿Mañana vas a ir al entrenamiento, tía?—me pregunta Aida mientras salimos del ascensor en nuestra planta. —Te pregunto porque yo voy fijo, que quede con Ansu para comer.

—Pues no lo sé.—respondo yo indecisa mientras caminamos por el pasillo. —Si me doy levantado y tengo ganas sí, si no pues me quedo en la piscina tomando el sol y pillando algo de color, que ya llevamos una semana aquí y sigo igual de blanca que siempre.

Aida suelta una risa mientras ambas caminamos por el largo pasillo que nos lleva a nuestras habitación del hotel.

—Me apuntaría a tu plan si no fuera porque le prometí al nene que iba a ir, hoy estaban todos de bajón por el partido y quería animarlo de alguna forma.—explica ella mientras rebusca en su bolso.

No, si no hace falta que me digas que estaban de bajón. Porque fue ver a Pedro con esas ojeras y cara triste que se me cayó hasta el alma a los pies.
Joder, es que soy demasiado débil cuando se me pone delante.

—Bueno cari, haces bien.—digo yo animándola mientras cojo la tarjeta de mi habitación. —Así también pasáis tiempo juntos, que con las coñas de los partidos y los entrenamientos casi no tenéis tiempo para vosotros.

—Ya.—dice ella haciendo una mueca mientras llegamos a la puerta de mi habitación. —¿Tú estás bien?—pregunta mirandome preocupada. —Si quieres volvemos a dormir juntas si no te molesta que mañana me suene el despertador...—propone haciendo que a mi me salga una sonrisa mientras la voy a abrazar.

—Estoy bien Aidi.—digo tranquilizándola mientras le doy un beso en la mejilla.—Ayer ya me desahogue todo lo posible y hoy ya estoy de mejor humor, no te preocupes, enserio.

—¿Segura? No te hagas la dura conmigo, que nos conocemos Nay...

—Que sí.—digo soltando una pequeña risa mientras alargo la i.—Anda, nos vemos mañana, que quiero ducharme y meterme en cama para dormir, que tú te mueves más que una lombriz y me has dado una noche bonita.—me burlo de ella haciendo que abra la boca ofendida.

—Vale vale...—dice ella haciéndose la ofendida mientras yo la abrazo para despedirme. —Vas a pedirle que duerma contigo y aguante tus lloros al espíritu santo entonces.

—Yo te quiero, corazón.—digo riéndome mientras le doy un beso en la mejilla.—Gracias por tener paciencia conmigo.—le digo completamente sincera.

—Yo también te quiero, burra.—dice ella suspirando mientras me abraza fuerte. —Y no me tienes que dar las gracias por nada, tú estás para mi y yo para ti, ya lo sabes.

Yo sonrío agradecida antes de darle un beso sonoro en la mejilla y separarme para abrir la puerta de la habitación.

—Te aviso mañana si voy contigo o me quedo sobando, ¿vale?—le digo mientras entro en la habitación.