capítulo 42

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Nayla Saavedra;

Nayla Saavedra;

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Tecleo en el portátil lo más rápido que puedo intentando terminar lo antes posible el trabajo que tengo que entregar antes de que sean las doce del día de hoy.

Si no lo termino ahora no podré ir al cumple de Ferran, que lo celebra hoy en su casa, y la verdad es que me da mucha rabia ya que es mi amigo y quiero estar con todos allí.

Esto me pasa por empezar el segundo cuatri con tanta pachorra yéndome de viaje y sudando de todo.
Luego cuando vengan las notas lloras, Nayla...

—¡Te he dicho que no quiero que me pongas eso en mi preciosa piel!—escucho gritar al energúmeno de Ansu en el salón haciéndome soltar una risa.

Ha venido a pasar la tarde con Aida y después nos lleva él en el coche hasta casa del valenciano.

—¡Bebé, pero si es solo una mascarilla!—lo intenta convencer mi amiga. —Te las pones mil veces conmigo, ahora no me vengas de durito...

—¡Señorita Moreno, que luego me queda la piel pegajosa!—se queja él y puedo escuchar como los gritos se acercan hacia la puerta de mi habitación. —Nay, socorro. Tú mejor amiga me quiere poner un trozo de papel en la cara que en teoría tiene ácido de ns qué.—se intenta explicar el moreno abriendo mi puerta haciendome soltar una carcajada.

—Ácido hialuronico.—explica Aida entrando en mi habitación detrás de él con una mascarilla puesta en la cara de color blanco. —No es pa tanto. ¿A que no, Nay?—me pregunta ella.

Santa paciencia...

A mi no me metáis en vuestras discusiones de matrimonio, que bastante tengo yo con terminar el maldito trabajo antes de irnos.—les digo mientras giro en mi silla.

—Jo amore, ¿estás agobiada?—me pregunta Aida haciendo una mueca de preocupación mientras viene a sentarse en una de mis piernas. —Yo te ayudaría si pudiese pero no tengo puta idea de Fundamentos de la Psicobiología.

—Ya lo sé Aidi.—digo dándome una cálida sonrisa. —A ver si termino ya y me ducho, que estoy hasta el culo de estar aquí sentada delante del ordenador.

—A ver mujer.—dice cogiendo mi iPad, que es de donde estoy copiando la información, y sentándose en la cama. —¿Que es, lo que está subrayado?

—Ahá.

—Aida, tú escribe y yo te dicto.—dice Ansu concentrado. —Y tú mientras te duchas y así ahorramos tiempo.—me dice totalmente convencido.

—Ansu, corazón, no voy a dejar que me escribáis vosotros el trabajo.—le digo con cara divertida.

—¿No te fías de nosotros, Nayleta?—pregunta con una ceja alzada. —Además, que es solo copiar, es tarea de tontos.

RENDICIÓN ; pedri gonzález. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora