capitulo 36

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Nayla Saavedra;

Nayla Saavedra;

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El King Fahd International Stadium está a rebosar en la tarde del quince de enero. Se nota que es una final y más aún cuando la juegan Barça contra Madrid.

Voy agarrada del gancho de Aida mientras entramos en las instalaciones de la zona VIP y buscamos nuestros asientos, que están hoy en primera fila. Mi mejor amiga llegó ayer por la tarde porfin después de terminar exámenes. No se podía perder la final y Ansu había hablado con su representante para que le consiguiera un vuelo directo y que pudiera venir para disfrutarla con todos.

—Madre mia, esto está a reventar.—comenta Aida emocionada mientras buscamos nuestros sitios. —Estoy súper nerviosa, te lo juro.

—Ya somos dos.—digo suspirando. —Pedri está de los nervios desde ayer y hemos estado hoy los dos despiertos hablando desde las cinco y media de la mañana.—digo sentándome. —Espero que salga todo bien, porque si no menudo palo...

—Va a salir todo bien, ya veréis.—comenta Fer metiendose en la conversación mientras se sienta a mi otro lado. —Lo que pasa es que vosotras estáis nerviosas porque no habéis podido bajar antes del partido.

Cuanta razón tienes Fer...

Hemos llegado súper justos de tiempo con las coñas y hemos tenido que subir a buscar nuestros sitios nada más entrar, ya que el partido comienza en menos de cuarenta y cinco minutos y seguridad no nos deja bajar después de que falte una hora.

En resumen, no veo a Pedri desde que se fueron del hotel hace tres horas aproximadamente y estoy frustrada y nerviosa porque me he acostumbrado a desearle suerte en persona antes de cada partido. Es una gilipollez, pero soy muy cuadriculada y me descuadran los esquemas este tipo de cosas.

Un poco, para que nos vamos a mentir.—comenta Aida cruzándose de piernas y haciendo que Fer suelte una risa.

Me siento en mi asiento y saco la botella de agua y las chuches que he pillado abajo en la tienda antes de subir.

—¿Queréis?—les ofrezco a mis suegros que están sentados al lado de Fer. —Yo es que tengo el estómago cerrado de los nervios.

—Yo te voy a robar una regaliz.—dice Fernando sonriente mientras me pilla la bolsa. —Y tranquila mujer, que hay que tener confianza.

Adoro la tranquilidad que desprende este hombre, siempre está calmado.

Yo no quiero, mi amor.—me dice Rosy dándome una sonrisa reconfortante antes de posar su mano sobre la mía. —Luego en el descanso vamos a por unas cotufas como el otro día.—dice guiñándome un ojo.

Palomitas. Ya me voy acostumbrando al vocabulario canario.

—Uy si, que esas siempre entran bien.—digo riéndome. —A ver si estos señores salen ya, que estoy que me muero de nervios.

RENDICIÓN ; pedri gonzález. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora