capítulo 18

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Nayla Saavedra;

Nayla Saavedra;

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Un rayo de sol me da directamente en la cara haciendo que me despierte perezosamente. Me intento estirar aún con los ojos entrecerrados pero me doy cuenta de que unos brazos fuertes me tienen aprisionada contra un pecho desnudo.

Siento la respiración tranquila del canario en mi nuca y me acuerdo de que al final ayer me quedé a dormir con él después de que me insistiera demasiado. Aunque no es difícil convencerme cuando de él se trata.

Me doy la vuelta lo mas lento posible para no despertarlo y me quedo embobada mirándolo. La claridad de por la mañana le ilumina la cara y a mi me sale una sonrisa sin pensarlo una vez me quedo admirándolo; tiene el pelo completamente revuelto, sus ojos están cerrados y sus labios carnosos entreabiertos mientras respira tranquilo. Parece un puto ángel.
Además está sin camiseta y uno de sus brazos se aferra a mi cintura tan firme como si no quisiera que me escapase a ningún lado.

Tras incontables minutos mirándolo como boba enamorada me giro para coger mi móvil y ver la hora que es. Son las 10:08 de la mañana. Hoy juegan por la tarde su segundo partido de la fase de grupos contra Alemania. Es un contrincante difícil y sé perfectamente que aunque Pedri se quiera hacer el fuerte en el fondo está cagado a más no poder. Todos tienen mucha presión encima, van como representantes de toda España y no quieren defraudar por nada del mundo. Es duro, hay que admitirlo.

Dejo el móvil a un lado cuando le he respondido a mis padres a unos cuantos whas que tengo de ayer y siento el brazo de Pedri que tira de mí con fuerza pegándome a su cuerpo aún más.

—¿Estás despierto?—pregunto en un susurro mientras siento como su mano se cuela por dentro de mi camiseta para acariciar mi abdomen suavemente.

—No...—suelta con voz ronca haciendo que suelte una risa.

Me giro hacia él con una sonrisa en la cara y rodeó con mis piernas su cintura mientras él cuela sus manos por mi espalda para acariciarme lentamente.

—Son las díez y cuarto, nené. ¿Tienes que hacer algo por la mañana?—pregunto mientras acaricio con suavidad su cara ya que él tiene los ojos cerrados aún.

—Mis padres y Fer vienen a las doce, pero aún hay tiempo.—dice mientras esconde su cara en el hueco de mi cuello. —Que calentita estás, que gusto.—susurra mientras se pega a mi piel abrazándome como si no hubiera un mañana y esboza una sonrisa contra mi cuello.

—Hombre, durmiendo contigo que eres como una estufa andante pues como para no arder de calor.—le digo soltando una risa mientras paso mis manos por su nuca dando suaves caricias. —¿Sigues nervioso?—le intento sonsacar.

Él asiente contra mi cuello mientras noto como suspira pero no dice nada más. Depósito un suave beso debajo de su oreja para intentar darle un poco de calma y sigo dando suaves caricias en su nuca mientras ambos disfrutamos del calor corporal y de los mimos mañaneros del otro.

RENDICIÓN ; pedri gonzález. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora