capítulo 57,

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Pedri González;

Pedri González;

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Gruño cuando escucho la alarma del móvil de Nay mientras me doy la vuelta en la cama aún con los ojos cerrados y escondo mi cara en el hueco de su cuello. Ella suspira aún medio dormida y levanta el brazo para apagarla antes de abrazarse con sus piernas a mi cintura desnuda.

Sigo aún entre el sueño y el despertar mientras noto como sus dedos dan suaves caricias en mi espalda desnuda mientras yo suspiro en el hueco de su cuello oliendo su dulce aroma a coco.
Ambos estamos despiertos pero ninguno dice nada aprovechando los últimos minutos de tranquilidad hasta que suene mi alarma.

Me estoy volviendo a quedar dormido cuando mi alarma de las 8:30 de la mañana suena por toda la habitación haciéndome soltar un suspiro quejoso, me doy la vuelta en la cama y la apago antes de abrir ligeramente los ojos y encontrarme a mi preciosa novia acostada en nuestra cama con sus pelos de loca sobre la almohada y con una de mis camisetas puestas para dormir.

Sonrío como un gilipollas enamorado y me acerco a ella para a abrazarla mientras dejo suaves besos por toda su cara.

—Buenos días, mi amor.—le digo con ligera voz ronca mientras beso su mejilla. —Hay que levantarse.

—Ya voy, dame dos minutos...—me responde aún con los ojos cerrados haciéndome sonreír.

—Vale, voy a despertar a los niños y vengo antes de bajar.—le digo mientras dejo un pequeño pico en sus labios. —No te vuelvas a quedar dormida, que nos conocemos guapa.

—Que noooo... Tu avísame.—me dice gruñendo haciéndome reír antes de levantarme de cama.

Me pongo los primeros pantalones de chándal que encuentro por ahí y me calzo mis chanclas antes de salir de la habitación y dejar la puerta entreabierta para ir a despertar a mis hijos.

No puedo evitar sonreír al entrar en su habitación y verlos durmiendo como benditos en sus cunas. Ya tienen exactamente catorce meses y han crecido muchísimo ya que el tiempo se ha pasado volando. Ambos son iguales físicamente pero muy muy distintos, además que con el tiempo los hemos aprendido a diferenciar sin problema ya que tienen pequeños detalles que los hacen diferentes. Ambos con el pelo castaño oscuro por mi parte y con los ojos celestes de Nay. Nando es el más tranquilo de los dos, no pone problema a nada y todo es súper fácil con él mientras que Pablo es un terremoto andante que no para quieto. Con tan solo un año y dos meses ya camina detrás de la pelota de fútbol cada vez que juego con sus padrinos una pachanga en el jardín de casa.

Me acerco primero a Fer que duerme de lado en su cuna y le acaricio la cabeza con suavidad.

—Arriba campeón.—le digo con suavidad haciendo que gruña con pereza antes de abrir esos bonitos ojos celestes.

RENDICIÓN ; pedri gonzález. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora