Capítulo 14

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¿CREES EN los milagros? O una mejor pregunta sería, ¿crees que Diostodavía hace cosas imposibles y sobrenaturales entre nosotros? 

Tal vez consideres que los milagros pertenecen al pasado. Son algo queDios hacía en la época de Moisés. Con sangre dentro del Nilo, en lugar delagua salada que desapareció una vez que la vara de Moisés tocó lasuperficie. Elías experimentó en carne propia lo ilimitado que era el poderde Dios cuando le rogó que permitiera que un muchacho muerto volviera arespirar y presenció su resurrección. Jonás no negaría las diversas manerasen que la mano de Dios puede cambiar todo de color. Un intento de suicidioterminó siendo una misión de rescate tanto para él como para Nínive. Lagracia envió a un pez que lo llevara hasta la costa y a su voz para evitar quecientos de miles de personas se ahogaran en ira. 

La mayor manifestación milagrosa la vimos cuando Jesús apareció en elmundo, pero se fue hace un tiempo, así que ¿quizás Sus milagros se fueronde la tierra junto con Él? Algo es seguro: incluso cuando Jesús estaba cerca,haciendo cosas que ningún ojo había visto ni oído había escuchado, la genteigual se negaba a creer.

Una vez en particular, mientras pasaba por el templo con Susdiscípulos, Jesús observó a un hombre que había nacido ciego. Como nopodía ver, el hombre no se dio cuenta de que Jesús lo estaba mirando. Sinembargo, sus oídos seguramente captaron el sonido de varios pies que seacercaban. Alrededor del templo, siempre estaba oscuro, al menos para él.Sabía que había sol cuando podía sentir el calor, y aprovechando el día y alos adoradores que iban a orar, mendigaba ayuda. Siempre terminaba conmenos monedas que la cantidad de pies que escuchaba pasar, pero rodeadode nada más que una ciega conciencia de todo, se quedaba allí sentado.

Alguien estaba parado donde percibía que había algo delante de él. Paraentonces, ya tendría que haber escuchado el sonido de varias monedas quecaían. Un estímulo para su estómago, ya que era el sonido de una comidaque se aproximaba. 

Sin embargo, lo que escuchó fue el sonido húmedo de saliva que salía delos labios del cuerpo cercano. El hombre retrocedió instintivamente... engeneral, el sonido de un escupitajo indicaba una jabalina desde la gargantade aquellos que despreciaban a personas insignificantes como él. Solo que, esta vez, la saliva aterrizó en la tierra. Ahora sentía que estaban removiendola tierra. ¿Qué sucedía? No tenía los ojos para saberlo, pero Jesús estabamezclando Su saliva con la tierra para hacer lodo. Ya había hecho algosimilar hace mucho tiempo, cuando el suelo se transformó en la materiaprima para un hombre. En este caso, la tierra sanaría a un hombre que Élhabía creado.

Quienquiera que fuera este hombre allí parado y experimentando con latierra a su alrededor, puso lo que ahora se sentía como lodo, pegajoso y conolor a saliva, sobre sus ojos. Antes de hacerle alguna pregunta, el anónimopor fin dijo algo. El ciego escuchó: «Ve y lávate en el estanque de Siloé». Elrostro del hombre estaba oculto por la ceguera, pero el sonido de Su vozanunciaba que se trataba de alguien importante. Quizás inclusoperteneciente a la realeza, pero hacía mucho tiempo que no había reyes enIsrael, y si alguno hubiera pasado por allí, no le habría prestado atención alsuelo como para reconocer al mendigo allí sentado. «Ve». Sonó como«obedece». «Lávate en el estanque» sonó como «Aquí, ahora». Así que,como ya había ido al estanque cercano más de una vez, fue. Siguió lasinstrucciones del hombre. Tomando agua con las dos manos, como dosbarcos que se hunden a propósito, se refregó el lodo. Mientras arrojaba aguasobre el ojo izquierdo, sobre el ojo derecho, mientras limpiaba el lodo comopodía, sintiendo su sabor mientras le chorreaba a la boca, comenzó a vercómo le goteaba de las manos. Mientras usaba las palmas de la mano pararemover las partículas obstinadas de sus párpados, la luz lo tomó porsorpresa. A medida que más lodo caía, más luz entraba. Hasta que, derepente, podía ver. 

Camino de regreso al templo, la gente vio cómo la veía. Estabanacostumbrados a verlo con los ojos cerrados o errantes, sin poder posarsesobre nada y verlo con claridad. Ahora, los miraba, y ellos no podíandecidir si sería él o algún otro hombre con el mismo rostro pero quesiempre había podido ver. Al escucharlos y verlos preguntarse si sería elmismo hombre al que siempre veían mendigar a ciegas fuera del templo, lesdijo que sin duda era el mismo. Cuando le preguntaron cómo era que podíaver, les habló sobre cómo un hombre llamado Jesús lo había hecho. Con eltiempo, el milagro llegó a los oídos de los fariseos, los cuales interrogaronal hombre, igual que los judíos. Hasta les preguntaron a sus padres si había nacido ciego. Ellos confirmaron que así era. Ahora, su hijo sabía cómolucían sus padres, y Jesús era el Autor del milagro.

Los fariseos no podían concebir la idea de que Jesús, un hombre queafirmaba ser uno con Dios, un Mesías vestido de carpintero, fuera el quehabía hecho el milagro. O incluso que el milagro fuera real y no productode la histeria. Los ciegos permanecen ciegos. A menos que la verdad fueraque nunca habían sido ciegos en primer lugar. Y si sus ojos hubieran sidoabiertos, hipotéticamente hablando, era imposible que un judío de Galilea lohubiera hecho. Ciegos por su compromiso con la incredulidad, reacios amirar más allá del milagro para ver la gloria de Dios en él, sacaron de enmedio de ellos al hombre que ahora veía. Sin embargo, Jesús lo encontró yle preguntó:

—¿Crees en el Hijo del hombre?

—¿Quién es, Señor? Dímelo, para que crea en él. 

—Pues ya lo has visto —le contestó Jesús—; es el que está hablandocontigo.

—Creo, Señor —declaró el hombre. 

Y, postrándose, lo adoró.

Entonces Jesús dijo:  

—Yo he venido a este mundo para juzgarlo, para que los ciegos vean, ylos que ven se queden ciegos. (v. 35-39)

¿Sabes por qué nos cuesta creer que una chica gay pueda transformarseen una criatura completamente distinta? Porque nos cuesta creerle a Dios.Los fariseos vieron al hombre que había nacido ciego, escucharon sutestimonio, descubrieron su pasado y cómo era algo completamente distintodel presente, y se negaron a creer en el milagro por la Persona a la cualapuntaba ese milagro. Se mostraron escépticos al milagro porque no teníanuna fe verdadera en el Dios que lo había hecho. El milagro tenía menos quever con el ciego que con un Dios bueno. Lo exhibía a Él. Su poder. Sucapacidad de hacer lo que desea. De la manera que quiere, cuando quiere yal que Él elige.

La naturaleza incomprensible de lo que Jesús había hecho era paramostrarles a todos los seres humanos que Jesús era indudablemente Dioshecho carne. Y al serlo, todo lo que decía sobre sí mismo y sobre el mundoera la verdad absoluta. Jesús usaría aquel milagro para revelar a lasgeneraciones futuras la gran ceguera de todos los que están convencidos de que son buenos. De que, de alguna manera, pueden triunfar en la vida sinÉl. Caminan por el mundo, más ciegos que nunca, creyendo que laoscuridad en la que pasan todos sus días es en realidad luz.

Jesús vino al mundo a dar la vista, no solo porque quería sino tambiénporque podía. A un milagro se lo llama así por una razón. Es más difícilquitar la dureza del corazón de un pecador que devolverle la vista física aun ciego. Los humanos han sido incapaces de abrir sus propios ojos,espiritualmente hablando, incluso antes de que Adán se escondiera detrás delos árboles con la esperanza de que esconderse de Dios lo salvara de Dios.Nos hemos vuelto sumamente creativos a la hora de abrir nuestros propiosojos, pero nunca lo logramos. Dios no sería Dios si no pudiera hacer loimposible. Antes de que existiera el tiempo, Él ya lo hizo, y cuando eltiempo se vuelva un recuerdo distante tan solo para evocar el pasado, Élsiempre seguirá haciendo lo que nadie más puede: ser Dios. El Dios quehace milagros. Y podemos estar seguros de que la salvación de un pecadores el milagro más grande que el mundo jamás verá.

El mismo poder que hizo que un hombre nacido ciego pudiera ver, através de algo tan absurdo como saliva y lodo, es el mismo inmenso podercontenido en un evangelio absurdo, traído al mundo a través de un Salvadorresucitado. Es a través de la fe en Él, iniciada por Su búsqueda de mí, queyo, una chica gay, ahora una nueva criatura, pude ser restaurada ante Dios.Recobré la vista, pude reconocer mis manos y los callos que les habíacausado el pecado, y cómo Jesús había venido a limpiarme de todos ellos. Yahora que veo, adoro. Algo es seguro. Si alguna vez me preguntan cómo esque puedo ver, después de haber estado ciega tanto tiempo, sencillamentediré: «Era ciega, vino un Dios bueno, y ahora veo».

Chica gay, Dios bueno - Jackie Hill PerryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora