Viaje

137 8 6
                                    

Desde que me convertí en el quinto espíritu del bosque encantado, mi vida había cambiado completamente, no veía a Anna tanto como quería, pero sabía que ella estaba bien y sabía que sería la mejor reina de Arendelle.

Ahora tenía muchos amigos, los espíritus, los Northuldra, incluso los animales del bosque, pero seguía sintiéndome sola, por lo que iba cada tanto a Ahtohallan para poder ver a mi madre, pero sentía que no era suficiente, sentía que estaba condenada a vivir en soledad.

Un día llegó al bosque encantado un guardia de Arendelle con una gran sorpresa, finalmente se llevaría a cabo la boda de Anna con Kristoff en un par de días, por lo que me preparé y partí, pude haber congelado a Nokk, el espíritu del agua, para ir a caballo y llegar más rápido, pero preferí que los espíritus se quedaran juntos protegiendo el bosque encantado.

El viaje era un poco largo, aunque me gustaba caminar mientras pensaba sobre todo, pero gracias a una tormenta reciente, el camino habitual ahora era imposible de pasar, por lo que tomé un desvío que me atrasaría unas horas como mucho, lo único malo era que tenía que atravesar el bosque oscuro.

Los Northuldra decían que era tan inmenso que podías perderte en él, y yo nunca me había aventurado para comprobarlo, pero confiaba en mí sentido de dirección.

El bosque era oscuro debido a los árboles frondosos, pero al ser de día, aún se colaban rayos de luz del sol, por lo que podía ver el camino; todo estaba bien hasta que comencé a sentir que era perseguida, lo que sea que fuere, se había ocultado tras un arbusto que se agitaba.

- Sal de allí ahora - hablé con seguridad mientras apuntaba mis manos en su dirección.

El arbusto comenzó a agitarse con más violencia hasta que algo saltó fuera, era un pequeño conejo que me observaba con curiosidad.

- Solo eres un pequeño... - un extraño ruido me interrumpió, era como si rasparan una rama en un muro.

Caminé con sigilo hacía el lugar de donde provenía el sonido, precisamente era por dónde tenía que pasar para cruzar el bosque.

Me escondí tras el grueso tronco de un árbol y me asomé un poco.
Frente a mí había un lago en un claro del bosque, la vista era hermosa, pero había algo que no tenía sentido, el lago estaba congelado a mitad del verano, y no había sido yo quién lo congeló, era la primera vez que lo veía.

- ¿Qué está...?

Una figura descendió del cielo y voló sobre el lago dando vueltas mientras que rozaba el hielo con un extraño bastón. Era un joven de cabello tan blanco como la nieve, llevaba un abrigo azul y unos pantalones cafés desgastados, no podía ver su rostro, pero enseguida supe que no sería cualquier persona, mi corazón dió un salto y retrocedí unos pasos hasta que tropecé con una raíz y caí sentada en el piso, nunca me había sentido así.

Al escuchar el golpe, el joven volteó en mi dirección, pero yo seguía tras el árbol, pude finalmente ver su rostro, tenía unas preciosas y gruesas cejas, sus ojos casi tan azules como su abrigo y sus labios delgados y rosados, nunca había visto a alguien así, era muy lindo.

- ¿Quién está ahí? - habló con voz amenazante, para luego bajar su tono - ¿A quién le estoy hablando? Igual nadie puede verme...

El joven dió la vuelta y se alejó caminando.

- ¡Espera!

Amor Eterno (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora