Luna de miel

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Jack me ayudó a entrar a nuestra habitación dentro del inmenso barco, todas nuestras cosas ya habían sido acomodadas dentro.

- ¿Quieres descansar? - su voz sonaba nerviosa, sabía que Jack estaba sufriendo por la ansiedad, no sabía de qué forma podía ayudarlo.

- Ven conmigo.

Me senté en el alfeizár de la pequeña ventana, el hermoso color azul del mar me hizo recordar dónde estábamos. Miré a Jack que estaba de pie en la mitad de la habitación sin saber qué hacer, le extendí mi mano y el sonrió tímidamente para luego tomarla y acercarse a mí. Jack se sentó detrás de mí y yo recosté mi espalda en su pecho, él me rodeó con sus brazos y tomé sus manos entre las mías.

- Es una hermosa vista - susurré.

- Lo es...

- El océano me recuerda a ti.

- ¿A mí? ¿Por qué? - me miró desde un lado.

- En él veo tus ojos.

Me di la vuelta entre sus brazos y rodeé su cuello con los míos.

- No sabes cuánto amo tus ojos - dije y besé la punta de su nariz.

- ¿O me amas a mí? - sonrió con malicia.

- Te amo, Jack - lo besé antes de que él lo hiciera, no reaccionó por una fracción de segundo y luego envolvió mi cintura con sus brazos, la firmeza con la que sus manos me sostenían me hacía sentir que pertenecía a ese lugar, que estaba donde debía con quien debía.

Mi relación con Jack se había dado en poco tiempo, pero estaba segura de mis sentimientos por él y de sus sentimientos por mí, sabía que no había nadie en el mundo con quien podría y querría estar aparte de él, mi peliblanco.

Dos días después llegamos a un pequeño pueblo costero, decidimos detenernos unos días allí. Alquilamos una pequeña cabaña en la playa y salimos a conocer el lugar.

- Nunca te había visto vestida así - Jack me miró con intensidad cuando salí de la cabaña, él me había estado esperando para ir a conocer el pueblo.

Anna había preparado todo, desde los lugares en los que nos detendríamos hasta la ropa que yo usaría (aunque pudiera hacer mi propia ropa, ella se negó a que usara algo diferente a lo que había empacado). Miré mi vestido celeste, las mangas eran cortas y solo cubrian mis hombros, la falda era un poco más corta de lo habitual y usaba unas delicadas sandalias, al parecer era el tipo de atuendos que usaban en esa región, no estaba acostumbrada a mostrar tanta piel, pero era de verdad hermoso y cómodo.

- ¿Menos cubierta?

- Te ves hermosa - mi esposo sonrió y me dió un pequeño beso en la comisura de los labios.

Estuvimos todo el día recorriendo el lugar, todo era muy hermoso y la gente muy amable. Jack parecía algo incómodo con el clima, el sol estaba brillante y cálido sobre nosotros.

- ¿Y si volvemos? Podría congelar toda la habitación - habló desesperado.

- Pareces un bebé - me reí - Volvamos, pero no vas a congelar la habitación.

Regresamos a una hermosa casita cerca del puerto donde pasaríamos la noche, desde allí se podía observar el barco.

- No puedo creer que Anna organizara todo esto - dije mientras me sentaba en el hermoso y cómodo sofá que había en el saloncito.

- Anna es demasiado buena para organizar estas cosas - respondió Jack.

- ¿Qué haces?

Jack se estaba quitando todo, quedando solo en ropa interior, lo detallé por unos segundos, pero entonces volteó y sonrió de lado.

Amor Eterno (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora