diez.

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☕️

Tener cuatro meses de embarazo claro que no era algo fácil, sin embargo, era lo más bonito que le pudo suceder. Yoongi decidió tomarse un descanso hasta que su bebé naciera retomaría su carrera como rapero y emprenderían una nueva empresa junto a Namjoon, pero mientras tanto quería pasar todo el embarazo con su precioso esposo.

Sus pies desnudos resonaban ligeramente contra el piso frío, caminando despreocupado con una mirada cansada. Deslizó sus manos tibias sobre el vientre abultado de Hoseok cuando se recostó a su lado, llevó su nariz sobre su cuello inhalando su aroma corporal, se sintió protegido y cálido cuando el menor se volteó rodeando sus brazos para abrazarlo y acariciando su cabello naranja, definitivamente estaba en casa. Cerró los ojos escuchando únicamente su respiración y los latidos de su corazón sin dejar de mimar su vientre. El invierno golpeaba delicadamente la ciudad abrazando los edificios con la nieve, la gente con abrigos muy grandes para protegerse del frío corrían apresuradas para llegar a sus hogares, autos pasando con total normalidad y los faroles encendidos para iluminar las calles de Seúl de la obscuridad. Las campanas de viento que le regaló su madre estaban intactas puestas dentro de la habitación cerca de la ventana cerrada, la calefacción estaba puesta manteniéndolos aún más cálidos, el olor a café estaba puesta en toda la casa, Yoongi no podía vivir sin tomar una taza, y de repente Yoongi vivió por primera vez lo que era sentirse en paz, en casa, estar en tu lugar confortable, los labios de Hoseok rozaron su frente sellándolo con un beso.

—Te amo— susurró pegándolo más a su cuerpo aún con su cabeza enterrada en el pecho del menor —. Te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con todo lo que soy.

—Te amo, Yoongi, te amo también— cerró los ojos sintiendo mariposas en el estómago cuando Yoongi dejó un beso sobre su cuello.

El pelinaranja levantó la vista haciendo contacto visual con Hoseok acercándose a él para besarlo, y nuevamente sintió esa sensación de calma cuando los labios de Hoseok se envolvían con los suyos. Hoseok amaba demasiado el sabor a café en sus labios.

Era tan afortunado, eso lo tenía bastante claro, más cuando encontró en una ocasión a su esposo mirando un tutorial en la televisión de como realizar un manta hecha en tejido. Se paró en seco cuando lo miró tan concentrado mirando la enorme pantalla tomando sus herramientas para hacer los tejidos. Su corazón se hizo pequeñito cuando el menor se alegró al ver cómo la primera parte le había quedado bien.

—Mira mi amor— dijo acariciando su vientre con una sonrisa—, esto haciéndote una mantita para cuando nazcas te cubra con ella.

Yoongi quería correr hacia a él abrazarlo fuerte y besar toda su hermosa carita.

Claro que era muy afortunado, y recordaba bastante aquella vez convenciendo a Yoongi a decorar una de las habitaciones para el bebé, ese día lo guardaría tanto en su mente porque fue el mejor día de su vida. El castañito no dejaba de tararear una canción mientras pintaba una de las paredes de un color amarillo suave, claro que Yoongi hacía todo el trabajo pesado. También le pidió tener un pequeño piano en la habitación porque mencionó que quería tocara el instrumento como su papá. Todo iba tan bien pero un momento a otro se tornó el ambiente en risas y bromas, no sabe muy bien con exactitud cómo es que sus mejillas estaban manchadas en pintura y un Hoseok riéndose escandalosamente, amaba verlo de esa forma.

También una de las cosas que amaba era ver a Yoongi tomar su guitarra y comenzar a cantarle, ahora con seis meses su bebé daba más señales de saber que es lo que más le gustaba, cuando escuchaba la voz de su padre cantándole daba pequeñas pataditas algo que Hoseok se emocionó cuando los sintió por primera vez. Amaba como Yoongi se acercaba a su vientre grande diciéndole a su hijo lo mucho que significa para él.

No solo se quedaban en casa la mayoría del tiempo, sino también iban al parque e incluso lo llevó un día de campo, y ahí es cuando el deja vú llegó a él recordando aquel experimento de cambiar de realidad. Tal vez no cosechaba ni tampoco tenía un huerto sino estaba ahí haciendo un pequeño picnic con el amor de su vida dibujando con acuarelas cualquier cosa que se les ocurría. Tomando de su mano observando el lago y dándole de comer a los patitos que se acercaban a ellos.

Sin embargo, al llegar a casa Hoseok sentía algo en el pecho que no podía describir, no dijo nada porque no quería asustar a Yoongi pero al parecer su mal presentimiento le llegó enseguida. El timbre sonó y el primero en atender fue Hoseok.

—Hola, estaba pensando en enviarte algún obsequio pero preferí que era mejor hacerlo personalmente, felicidades, Hobi. No creí que los empleados podían casarse con sus jefes— soltó MiSuk en un tono descarado. Hoseok apretó los puños —. Te admiro mucho, pensaste bien para que tu hijo tenga una vida muy cómoda.

—¿Qué haces tú aquí?

Antes que Hoseok respondiera algo, Yoongi llegó inmediatamente tomándolo de la cintura pegándolo a su cuerpo.

MiSuk sonrío.

—Estaba felicitando a tu esposo, no tiene nada de malo. Que por cierto, como pudiste invitar a Namjoon y a su asistente a tu boda y no a mí que se supone que somos amigos. Por lo menos debiste decirme que te casabas para darte tu despedida de soltero.

Hoseok apretó la mandíbula del enojo.

Yoongi analizó cada uno de sus palabras, en las fotos que se habían filtrado y habían salido al medio se mostraban solamente ellos dos y jamás se mostraban a Namjoon y Jungkook.

—No te confundas, MiSuk, no somos ni siquiera conocidos, cuando decidí terminar contigo significó jamás verte la cara— la chica se le borró la sonrisa —. Gracias por venir a dar tus felicitaciones, y si me permites estoy ocupado queriendo follar únicamente a mi esposo.

Finalizó cerrándole la puerta en la cara sacándole una risa a Hoseok.

Claro que Yoongi era un afortunado, y Hoseok también era un afortunado de tener como esposo a Yoongi.

Besos sabor a café | YoonSeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora