Capítulo II - La invitación

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—¡¿Qué rayos haces aquí?! —le gritó Kali fuera de sí.

—¿Qué haces tú aquí? ¿Esto es un culto, acaso? Sabes lo que piensa el Señor sobre estas reuniones con los paganos.

Los sonidos de la naturaleza a su alrededor las hizo callar, Kali sabía que no era momento de discusiones, sabía que era muy peligroso para su hermana estar allí presente. Por otro lado, sabía muy bien que el guardián Chaak se opondría a sacarla de allí, solo por verla sufrir. Así que, en lugar de centrarse en su errante hermana comenzó a evaluar su entorno, árboles tan altos que no podía ver el fin de ellos, al palparlos los sintió ¿húmedos? Esto no era un árbol normal, lo arcano impregnaba cada espacio. Agudizó su oído y escuchó insectos, pero lo más probable es que hubiesen más cosas peligrosas. Giró su cabeza y trató de captar toda la información necesaria para poder movilizarse a algún lugar menos expuesto.

—Deja de actuar raro y explícame. —cerró los ojos maldiciendo a su hermana y su don para la inoportunidad.

—Cállate, estoy evaluando el terreno. —murmuró mientras se agachaba y tocaba la tierra, no había humedad, es como si los árboles la produjeran por sí mismos y muriera en ellos. El suelo estaba lleno de hojas secas, aunque no había ni rastro de aquellas supuestas hojas en árboles o arbustos secos.

—"Evaluando el terreno", ni que tuvieses alguna habilidad importante ¡por eso estaba tratando de evitar que saltaras! Solo Dios sabe...

Kali resopló violentamente.

—Te explicaré en un segundo, solo estate calladita. No es bueno que nos oigan.

Como es natural, Laela no se quedó callada ni un segundo y a pesar de que lo que le pedía su hermana era perfectamente aceptable, no podía quedarse quieta tampoco. Así que comenzó a caminar nerviosamente de un lado a otro, haciendo una cantidad de ruido absurda.

—Esto... Esto es una pesadilla, ¿cierto? —tartamudeó— No es posible que sea real. Era una pared y la traspasamos, tal como si fuese agua.—se miró las manos impresionada de estar seca y no mojada.

Puso los ojos en blanco ya que no había tenido la oportunidad de perder la concentración porque nunca la tuvo, su hermana por otro lado, no perdió el hilo ni por un segundo. Se quedó quieta mirándola alterarse cada segundo más y más.

—¡Y no me digas que me calle! Hace... Dios, hace una semana me pediste que sacara una araña por la ventana de la casa porque le tenías miedo, y ahora, ahora actúas como si fueras una especie de... superheroína y yo... Dios mío. ¿Cómo acabé aquí?

—Fácil, te encanta inmiscuirte en todo lo que hace Kali porque la envidias. —comentó tranquilamente un chico detrás de un árbol, pero rápidamente salió de su escondite—. Por cierto, ¿qué hacen en un lugar tan abierto aún? ¿Esperando a que las cacen, criaturitas?

Kali sabía que era algo probable encontrarse con sus compañeros, pero le era muy difícil pensar con hermana allí entorpeciendo todo lo que sabía sobre la concentración, a pesar de que sabía que Frederik les estaba advirtiendo amablemente sobre lo que ella ya conocía, no podía deshacerse del mal presentimiento que la inundó desde que vio a Fred sobretodo porque ella no lo había oído llegar y debería haberlo hecho.

—Frederik. —la mayor de las chicas dejó escapar un suspiro falso de irritación hacia su hermana.— Tienes toda la razón... nosotras iremos a otro lugar, no queremos molestar en tu... refugio.

Hizo una seña a Laela esperando que la siguiera. En respuesta, Frederik ladeó la cabeza, analizándola, nada en aquel gesto le gustaba a Kali, sabía que ya no estaban en casa, que el terreno era dudoso, pero que su compañero la viese de esa manera era un poco desconcertante.

Profecía: Bruxas, facilis descensusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora