Estaba oscureciendo nuevamente y Laela no podía creer que otro día estaba llegando a su fin. Ya no se sentía como la chica que aterrizó en ese extraño lugar accidentalmente, sí, seguía sintiéndose aterrada de todas las espeluznantes amenazas, pero gracias a Will, sentía que podía defenderse, se sentía apoyada y fuerte como nunca antes en su vida. Sabía que quizá para ellos no era mucho, pero para ella, que siempre quedaba rezagada, la más torpe y ruidosa, era mucho de lo que sentirse orgullosa. Ahora sabía que debía actuar con precaución y no dejar que sus emociones la sobrepasaran.
Después de un par de indicaciones, Will tenía lista una especie de receta para despertar a Kali. Le había pedido recolectar algo de agua del océano inventado, hojas secas y musgo. Extrañamente, no le mencionó más ingredientes, si es que iba a necesitar, solo se preocupó por prepararlo todo en un coco vacío (que ella no sabía de dónde había sacado.)
Esperaba que eso realmente funcionara, porque no había sentido en haber corrido todo ese riesgo para nada. Y la ponía muy nerviosa el hecho de que su hermana no despertara nunca, sí quizás era eso.
Después de lo que ella sintió que fue una eternidad, aunque verdaderamente habían sido un par de horas según su reloj, Will se acercó a ella con una sonrisa de orgullo. Y ella no entendía cómo él podía mantenerse tan sonriente y jocoso en esas situaciones.
—Aquí está.
—¿Eso es todo, no necesitas nada más?
—No, querida, tranquila. Me estás poniendo de los nervios. Funcionará. Levántala —dijo refiriéndose a Kali—. Se molestará muchísimo cuando se despierte y esté llena de este brebaje.
Por lo que ella siguiendo sus indicaciones lo más rápido que puede la levanta y se pone a su espalda para que pueda apoyar el peso del cuerpo de Kali sobre ella. Más allá de ensuciarse con el brebaje, no quiere que ella se ahogue. Con mucha reverencia, Will inclina la cabeza de Kali hacia atrás y deja caer el líquido por su garganta.
Cinco segundos, diez... quizá, Will estaba equivocado.
Kali empieza a toser.
—¡Oh, por Dios! —los ojos de Laela estaban rebosantes de lágrimas al ver a Kali abrir los ojos finalmente. No perdió el tiempo y la atrajo hacia ella en un abrazo de oso.— Estás bien.
La pelinegra que aun estaba algo desorientada le devolvió el abrazo lentamente.
—Claro que estoy bien, ¿por qué no lo estaría?
—Porque no despertabas, por un supuesto veneno de cantáridos. —Laela estaba a punto de llorar de nuevo, nunca antes había tenido emociones tan arrolladoras como las de esos días.
—¿Qué? —exclamó Kali, que parecía empezar a recordar, la resolución en su mirada lo decía todo.— Lo siento, Laela, no pensé que sería tan grave. Yo pensé...
Ese fue el momento que Will usó para hacerse notar dando un paso al frente y dirigiendo una mirada reprobatoria a su mejor amiga.
—Si sabes que estás envenenada, sabes qué hacer.
—Pero, ¿Will? —con cuidado y ayuda de Laela se levantó para abrazarlo. Aún estaba un poco desorientada pero sabía que antes de caer en los brazos mortíferos de morfeo Will no estaba allí con ellas, no lo habían visto ni una sola vez.— Tú la ayudaste.
Kali se acercó para darle un abrazo de agradecimiento y Will estaba feliz de ver a su mejor amiga bien y andando, aunque también seguía enfadado con ella, puso en peligro a Laela por algo que ella sabía perfectamente cómo prevenir. Se alejó de ella antes de que pudiese rodearlo con los brazos.
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Profecía: Bruxas, facilis descensus
FantasíaUna prueba. Dos hermanas. Y muchos secretos. Kali Warren posee muchos secretos, y nunca consideró hablarle de ellos a su hermana menor. Pensó que protegerla siempre debería ser su primera prioridad sin importar qué o quién. Laela Warren descubrirá...