Capítulo VI - Un pacífico viaje en bote

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Su cabeza iba a explotar, hace menos de diez horas que reconoció -con dificultad- la existencia de seres distintos a los que había conocido en toda su vida, y que de alguna retorcida manera había saltado con su hermana mayor a un espacio totalmente paralelo al mundo real. Había aceptado el hecho de que su hermana pudiese defenderla contra todo lo desconocido y tenebroso, y las amenazas de muerte que recibieron más de una vez. Pero se negaba a aceptar que su hermana estuviese a punto de morir, ella solo dijo que estaba exhausta no moribunda.

—No estarás hablando en serio... —reclamó a Will.

—Laela, hablo —lo interrumpió porque esto ya no lo creería nunca.

—Y no digas que es mortalmente en serio porque, te lo juro, te golpearé ahora mismo. —lo amenazó poniéndose de pie y moviéndose para hacer más clara la seña de su pequeño puño cerrado, con torpeza trató de mantener el equilibrio sobre el bote en movimiento. Will quiso reír pero evidentemente no era el momento para eso, no con Kali en un estado de coma.

—Recuerda no jurar en vano. —respondió Will sin contenerse, porque para él era verdaderamente refrescante ver a Laela actuar de esa manera. Perdiendo la calma tan característica de un cristiano que espera que Dios resuelva todo por ellos.

—Te odio. —estaba perdiendo rápidamente los estribos, esto no podía ser real porque si fuese así... Dios tendría misericordia, no las dejaría abandonadas.

Se sentó con violencia en su lado del bote, haciendo que el mismo se tambaleara pero Will mantuvo el rumbo y el equilibrio sin despeinarse ni un poco, comprendiendo que ella estaba teniendo una rabieta luego del shock.

—Hace muy poco me estabas abrazando. — no podía dejar de molestarla.

—Will... mi hermana.

No sabía cómo él estaba bromeando, no después de lo que había dicho antes sobre Kali. No quería saberlo, pero empezó a suponer, seguramente eso era lo que él deseaba, seguro era como los demás "competidores" en este extraño lugar, quería ganar y Kali solo era una piedra su zapato, a pesar de todo lo que ella sabía y conocía, dudó. Will siempre estuvo para ellas, para ella en particular aunque esta situación lo cambiaba todo. Cerró los ojos literal y figurativamente hacia esa posibilidad porque lo siguiente por pensar en su lista era una vida sin su hermana, así que no pensó más, no quería hacerlo.

Will estiró su brazo y le tocó suavemente la mano, estaba helada, toda ella traslucía como si las desgracias del día anterior, una a una le hubiesen quitado el color del rostro. Decidió dejar de hacer chistes por el momento.

—Necesitamos llegar a tierra, pero aún así, no tengo nada que pueda ayudar. Aquí no tenemos... eh, los medios para poder tratar el veneno de una Mantis giant que ahora fluye por su cuerpo.

—¿Y donde podría haberlos? ¿Qué podemos hacer? —preguntó ella al borde de la desesperación, por fin estaba hablando con ella, alguien por fin lo hacía y decía cosas que tenían, más o menos, sentido. Lo importante era que su hermana se pusiera bien

—En casa podemos hacer algo. —Estuvo a punto de desinflarse, pero aún así lo seguiría intentando.

—¿Cómo volvemos?

—No lo hacemos, alguien debe llevarnos de regreso desde allá, nos están vigilando. —explicó Will mientras cambiaba de dirección, si seguía ese rumbo podría encontrar tierra pronto, lo que era una buena señal para todos. Sin embargo, Laela no pensaba lo mismo, ni remotamente, ella aún creía en la buena fe de las personas.

—Entonces vieron lo que le pasó a Kali, deben de dejarnos volver, deben de saber que yo...

—Ese es el punto, Laela, lo saben. —la interrumpió bruscamente, el solo pensarlo le hacía hervir la sangre.— Pero no tienen permitido hacer nada al respecto hasta que se terminen las 72 horas.

Profecía: Bruxas, facilis descensusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora