Capítulo VII - Aladas y brillantes interrupciones

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—¡Cuidado! —gritó Will, y ella quiso gritarle de vuelta que ya sabía el procedimiento; esconderse mientras él se ocupaba del mal que los ataca. Will se agachó con ella pero la verdad es que el ave ni siquiera los rozó, sintió la brisa que ésta creó al bajar hasta allí pero nada más ¡qué extraño!— ¡No!

La voz de Will la hizo abrir los ojos y vio que el ave marina tiró a su hermana al agua, lo que la llenó de pánico y le hizo actuar sin pensar. Saltó al agua mientras Will que se ve atado al monstruo no pudo impedirlo ni ayudarla.

Nadó hasta su hermana, tratando de abrir los ojos y observar lo más que pudo debajo del agua, era borroso a la par de doloroso tratar de ver en el agua tan extraña que la cubría y el terror empezó a invadirla ya que aún escuchaba claramente su advertencia antes de caer en ese sueño mortifero:

—Esta "agua milagrosa", que no es dulce, nos llegará hasta el cuello y no quieres saber la clase de "insectos" viven bajo ella.

Todavía no entendía como podía existir vida marina en el mar que ahora las rodeaba, si hace menos de catorce horas ellas estaban caminando sobre esa misma tierra y no podían encontrar agua dulce. Estaba tan exhausta, el día parecía nunca acabar y lamentablemente era difícil asegurar que no los atacarían de nuevo los monstruos, ya sean terrestres o marinos. Sus pulmones gritaban por oxígeno y cuando estuvo a punto de rendirse y volver a la superficie logró ver la tez de su hermana mayor brillando en la oscuridad del agua... y ella podía verlo tan claramente, eso solo significaba que debía sacarla de allí pronto. 

Tomó su brazo y luchó contra el agua para volver a la superficie, debía sacarla, debía salvarla. 

Ella no era un peso muerto para su hermana, nunca más lo sería.

Al llegar a la superficie, tomó una gran bocanada de aire, se sentía mareada y con ganas de vomitar pero viviría, se juró a sí misma en ese momento y haría todo lo posible para que su hermana también lo hiciera, levantó a la anteriormente nombrada con ambos brazos para asegurarse de que respirara y con la mirada buscó a Will, que estaba terminando de deshacerse del ave acuática.

—¡Will, ayudame! ¡Mira!

—Mujer, ¿qué no ves que estoy un poco ocupado? ¡Santa mierda!

—¡Lo sé! Brilla, ¡ayúdame a sacarnos de aquí!

—¡Tú también!

Con un gesto de total sorpresa estiró su brazo y pudo corroborar que lo que decía Will era cierto, ella brillaba tanto o igual que su hermana. Los nervios la estaban poniendo frenética, nada importaba.

Will pateó el ave muerta dejándola caer en el agua y con una velocidad que Laela creyó inhumanamente posible, levantó a Kali dejándola en el bote, y al estirarse hacia ella sólo logró tomar su mano porque una fuerza imposible comenzó a tirar de ella hacia abajo.

—¡Will! No me sueltes, oh Dios, no quiero morir. —lloró lanzando ambos de sus brazos hacia el joven.

—Laela, si seguimos haciendo esto, volcará el bote y todo será peor.

—¡¿Me estás diciendo que muera?! —exclamó aterrada por solo pensar en la posibilidad.

—¡No, mujer, no dije eso! Toma esto. —le extendió uno de sus cuchillos. —. Clávalo en lo que sea que nos esté reteniendo aquí, y necesito que lo hagas ahora, porque de verdad, nos volcará.

Una bola de sentimientos la estaba arrollando en ese momento para poder procesarlo todo de manera orgánica, y además, Will le estaba pidiendo más, le estaba pidiendo matar. Lo miró con ojos suplicantes.

Profecía: Bruxas, facilis descensusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora