Capítulo 15.

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Sarah y Joel corrieron a abrazarse. Pdre e hija, finalmente juntos. Se abrazaron entre lágrimas y no se soltaron por un buen rato.

-Creí... creí que estabas...

-Estoy bien, papi. Estoy bien. Lalo me cuidó.

En eso, Lalo cayó al suelo, escupiendo sangre.

-¡Chico! ¡¿Estás bien?!

-Sí... sobreviviré... ya vámonos de aquí.

Entre todos lo ayudaron a caminar para salir de una vez por todas de esa ciudad infernal.

-Lalo, ¿verdad?

-Sí.

-Gracias. Gracias de verdad. Lo que hiciste por mi hija...

-No hace falta que me lo agradezcan. Hice lo que tenía que hacer.

Todos veían a Lalo, preocupados, mientras él se sostenía el estómago por miedo a que las tripas se le salieran en cualquier momento.

-Te vamos a curar, Lalo. En Boston hay doctores.

-Sólo no provoques a nadie ahí. La vida en esa zona de cuarentena, bueno, no es muy linda que digamos.

-No puede ser peor que lo que hemos vivido en los últimos meses.

Pero mientras el grupo avanzaba, escucharon un ruido inconfundible. Unos gritos que provenían de la oscuridad y se acercaban cada vez más.

-¡Ay, mierda!

-¡Vámonos de aquí!

Haciendo uso de las pocas energías que le quedaban, Lalo salió corriendo detrás de los demás mientras una horda de infectados se les iba encima.

-¡Tenemos que llegar a los túneles! ¡Es la única manera de salir!

Siguieron corriendo tan rápido como la herida de Lalo les permitía, ya que no pensaban dejarlo atrás. Pero los infectados estaban cada vez más cerca y se les acababan las opciones.

-¡No podemos huir de esas cosas!

-¡Entonces habrá que pelear!

-¡No nos quedan suficientes municiones!

-¡Tampoco opciones!

Al darse cuenta de que el muchacho tenía razón, se cubrieron detrás de unas barricadas militares y cargaron las armas.

-Vamos a salir de ésta Sarah, te lo prometo.

-Lo sé.

Lalo volteo hacia Bill.

-No será fácil.

-Cuidado con las bolas.

Lalo se rio, aunque le dolió.

-Entendido.

Los infectados se acercaban. Era el momento.

-¡TOMEN ESTO, HIJOS DE PUTA!

Comenzaron a disparar todo lo que tenían. Aún herido, Lalo logró hacer un esfuerzo sobrehumano para apuntar y disparar la escopeta sin que el retroceso lo hiciera desplomarse. Desde luego, los adultos eran quienes se las apañaban mejor, en especial Tommy que tenía una puntería de otro mundo. Sarah no se quedaba atrás. Se había vuelto muy buena con la pistola. Pero seguía sin ser suficiente.

-¡Esas balas no los detendrán!

-¡Pero esto sí!

Bill tomó unos cócteles molotov que traía en su mochila y los empezó a repartir. Frank lo miró como si el gordo hubiera vuelto loco.

No te abandonaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora