Capítulo 8.

659 65 4
                                    

Sarah y Lalo empezaron un nuevo viaje hacia Ohio. Tenían poco tiempo para llegar y el invierno era cada vez más crudo. A Lalo le preocupaba que la niña se enfermara, por lo que abrigaba a Sarah lo mejor que podía con lo que iban encontrando en las casas abandonadas a las que iban. Pero no era tan malo. Un día, los dos hicieron un muñeco de nieve y luego armaron una guerra de bolas de nieve.

Ambos cayeron al suelo, exhaustos luego de media hora jugando.

-Uff, ya nos hacía falta esto.

Ambos miraron a su alrededor. No había nada, absolutamente nada ni nadie.

-Paz. Es lo único bueno que he encontrado en medio de todo esto, paz.

-Yo también. Pero aún hay cosas que extraño, como la pizza, los videojuegos, el fútbol...

Sarah lo miró.

-Lalo, ¿tú qué es lo que más extrañas?

Él se quedó callado. Había algo que extrañaba mucho, a alguien mejor dicho. Pero perdió a esa persona mucho antes de que el mundo se fuera a la mierda, cuando su propio mundo se fue a la mierda...

-La lasaña.

Sarah se rió. Luego miró hacia sus cosas.

-Lalo, ¿qué llevas en esa bolsa?

-¿Cuál? 

-Esa, la negra.

Lalo llevaba un largo rato sacando y metiendo algo de una bolsa de tela negra que no le permitía tocar a Sarah.

-Es un regalo para ti.

-¿De Navidad?

-No, para Navidad tengo una mejor idea. Esa bolsa tiene algo muy importante ahí guardado, pero te lo daré cuando llegue el momento.

-¿Cuándo va a ser?

-Lo sabrás cuando llegue.

Mientras tanto, en Boston, Joel seguía desconsolado por la pérdida de Sarah. Se negaba a creer que ella se había ido, mantenía viva la esperanza. Su hermano Tommy no podía hacer nada para ayudarlo y sólo lo acompañaba en silencio en las largas noches de invierno.

Un día, ambos conocieron a una mujer llamada Tess, quien les ayudó a conseguir cosas de contrabando a las que ni siquiera los soldados tenían acceso.

-Algunas personas nos estamos organizando para comerciar cosas dentro y fuera de las zonas de cuarentena. Incluso algunos soldados han accedido a colaborar con nosotros a escondidas. La paga es buena.

-¿No es ilegal?

-Tommy, ¿verdad? Mira Tommy, el mundo ya se fue a la mierda y a nadie le importa realmente lo que la gente haga o deje de hacer. Además, no somos tontos. Hemos empezado a crear nuestras propias estrategias para escondernos en sus propias narices, y en los últimos meses han funcionado.

Tommy considera la oferta, ya que hay escasez de comida en la zona de cuarentena. Pero Joel no dice nada y se va de la habitación.

-¿Y a él que le pasa?

Tess nota la cara preocupada de Tommy.

-¿Y a ti qué te pasa?

-Nada, es sólo que... perdimos a alguien.

Tess estaba un poco avergonzada.

-Ah, ya veo. Lo siento.

-Está bien. No... no hablamos de eso. Mejor no se lo menciones.

-Entonces, ¿aceptan la oferta?

-Yo sí. Mi hermano no sé. Dale tiempo. Esta persona, su pérdida le afectó mucho más a él.

No te abandonaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora