BOSTON, MASSACHUSETTS
Dos meses después...
Sarah había estado deprimida durante esos dos meses. La vida en Boston era dura, pero nada comparado con lo duro que era ya no tener a su hermano a su lado. Comía muy poco, lo necesario. Ya no sonreía. Se pasaba todo el día pensativa. Y al llegar la noche, dormía mucho y sin sueños. Eso era lo mejor para ella, dormir, porque dormida, dejaba de pensar, y el dolor se iba. Y siempre se arrepentía de despertar.
Joel junto a su grupo, que se habían vuelto sus amigos, intentaban animarla, pero sólo lograban que ella se sintiera peor y ellos sentirse mal por eso. Hasta Bill, el gordo insensible y obsesionado con sobrevivir, le dolía ver a Sarah de esa forma, aunque claro, nunca lo aceptaría.
Un día, Sarah se levantó, como de costumbre. Miró hacia la ventana. Se lavó la cara y se miró al espejo. ¿Dónde había quedado esa niña alegre de doce, muy pronto, trece años? ¿Había muerto esa noche? ¿O podría regresar algún día?
Suspiró. No creía que alguna vez fuera a ser capaz de sonreír de nuevo. Ya ni siquiera recordaba como se hacía eso.
Mientras se iba, algo se cayó de un estante. Era aquella bolsa de tela negra que Lalo le había dejado. Con desgana, ella se acercó y lo tomó.
-"Cuando estés lista, ábrelo".
¿Qué quiso decir con eso de estar lista? Pero de golpe, la respuesta llegó por si sola: cuando estuviera lista para superar su muerte y avanzar. Él siempre creyó que probablemente no iba a sobrevivir, y que tarde o temprano moriría y Sarah quedaría devastada por su muerte conforme más tiempo pasaran juntos.
Ella dudó. No se sentía capaz. Le temblaban las manos con las que sostenía la bolsa. Ya no quería recordarlo, quería olvidarse de todo y de todos. Pero también quería sentirlo una vez más, sin importar cuanto doliera, quería sentir a Lalo una vez más aunque sea. Más muerta que viva, abrió la bolsa.
Se sorprendió mucho. Dentro estaban todos los libros de Harry Potter que le faltaban para completar su colección. También la saga de películas completa. Pero había otra cosa: un cuaderno rojo, muy sucio y con las puntas desgastadas.
Todavía dudando y mientras sentía un dolor muy fuerte en el pecho, abrió el cuaderno. Y al leer lo que tenía, entendió lo que era: el diario de Lalo.
17 de octubre de 2021.
Hola Elena,
No sé ni porque hago esto. Sé que no me vas a responder. Ya nunca volveremos a hablar. Quiero creer, pero no puedo, no puedo creer que realmente existe un más allá. Y que tú estés allá. Claro, si es tan hermoso como la Biblia dice, si alguien se lo merece eres tú. Aun así, si existe un Dios, ¿por qué? ¿por qué te arrancó de mi lado? No lo entiendo, y jamás lo haré.
Hoy estuve a punto de hacer algo muy valiente y estúpido. Tomé la navaja del abuelo. Sí, iba a suicidarme. Cortarme las venas, que mi sangre cubriera todo el piso del baño. Muy cliché, lo sé, pero ambos sabemos que nunca he sido demasiado creativo, jeje.
Pero cuando estuve a punto de cortar la primera vena, sentí tu recuerdo. Volví a sentir ese dolor de haberte perdido y la culpa por no protegerte. Pero también recordé tu sonrisa. Tu voz. Fue como si alguien me echara un balde de agua fría. Sentí tantas emociones de golpe y fue cuando me acobardé. Me di cuenta de que tú nunca me hubieras perdonado verme en un estado tan lamentable. Entendí que lo único que voy a lograr con el suicidio es dar lástima. No quiero la lástima de nadie, ni siquiera de mi familia. Cuando busqué su apoyo, me ignoraron. No quiero que le pongan más atención a mi cadáver que a mi vida.
ESTÁS LEYENDO
No te abandonaré.
FanfictionLalo era un chico aislado y poco social que tenía como único objetivo estudiar y ser alguien en la vida. Hasta que un día, una pandemia que convierte a las personas en una especie de zombis lo toma por sorpresa y se ve obligado a huir. En el camino...