Parte 2

221 35 5
                                    

Mina estaba en su oficina, bostezando abiertamente mientras firmaba papeles importantes, todo en su día a día era una monotonía, el castillo estaba completamente en silencio, ni siquiera tenía mascotas a su cargo, todo era soledad pura, salvo por el guardia que siempre estaba parado en la puerta de cada habitación.

Le parecía estresante tener a alguien siguiéndola las 24 horas, los siete días de la semana pero era necesario, ha tenido muchas amenazas de muerte a lo largo de sus años como reina, y tiene sentido que sea así, es una persona pública, esas cosas suceden.

Y las personas están completamente locas.

Comenzó a golpear el lápiz contra el escritorio, mirando los ventanales de la habitación y dejándose llevar por sus pensamientos, ese era su lugar seguro, le gustaba imaginar una vida lejos de la responsabilidad que llevaba en sus hombros, una tranquila y normal, dónde tenía problemas banales y no soportar gente que le exigía el total de su atención, no dejándole existir en paz.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de su amiga más cercana, Sana, quién abrió las puertas de par en par e hizo su entrada triunfal, tan sonriente como siempre lo era cuando estaban solo ellas dos.. o bueno, tres, Momo era otra de sus amigas más cercanas, las únicas dos personas que dejó entrar en su vida y aunque las quería.. a veces se arrepentía porque eran muy absorbentes y ella amaba su soledad, sus personalidades eran tan diferentes que las vuelve un trío caótico.

—¡Mitang! .—Saludó, acercándose e invadiendo su espacio personal, abrazandola fuerte contra su pecho, Mina giró los ojos pero lo aguantó por unos segundos más, hasta que inevitablemente la tuvo que alejar. Sana rió, ya se lo esperaba. —Tan cariñosa como siempre.

—Nos vimos hace dos días, Sana. —Se quejó y la castaña se encogió de hombros.

—¿No puedo extrañar a mi amiga favorita?.—Preguntó con un falso puchero y Mina se mordió el labio inferior negando. —¿No te aburres de tanto papeleo?

—¿Tú no deberías estar haciendo lo mismo?.—Sana era reina de un pequeño pueblo lejos del país donde reinaba Mina, pero se la pasaba lejos de sus responsabilidades siempre, a veces la envidiaba, no le importaba nada.

—Meh, necesitaba unas vacaciones. —Respondió tranquila sacando su móvil y cruzando las piernas.

—¿Vacaciones de las vacaciones que ya te tomaste hace menos de un mes?.—Preguntó con una ceja levantada y Sana giró los ojos riendo.

—Que tienen tú y mi familia con obligarme a trabajar ¿eh?.—La miró y Mina le sonrió incrédula.

—Deja de holgazanear Minatozaki. —Le reprocho y Sana hizo oídos sordos al mismo reproche que siempre le hacía su amiga.

—¿Oíste de la coronación de Son Jeong-hoon?.—Preguntó cambiando de tema mientras pasaba las noticias en su celular, Mina resopló y asintió.

—Dios.. sí, algo leí.. tengo que encargarme de eso.—Pasó ambas manos sobre su rostro cansada.

—Está a cargo de uno de tus pueblos, ¿Verdad?.

—Sí, es un alivio porque me saco una responsabilidad de encima pero a la vez un estrés tener que encargarme de toda la ceremonia, y verificar que éste joven esté consciente del puesto que va a tomar. —Suspiró, y comenzó a buscar entre la pila de papeles la carpeta bibliográfica que tenía sobre el chico. —Porque si él no está capacitado, será un problema más.

—Lo está.—Confirmó Sana, tomando la carpeta de las manos de Mina para leer su expediente. —Lo conozco, es un buen chico, muy responsable.

—¿Qué tanto puedo confiar en tu palabra?.—Cuestionó levantando una ceja.

Castle / MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora