Capítulo 3 "Coincidencias"

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-Simón-

Corson Hills se ha caracterizado durante décadas por se un pueblo pacífico y tranquilo.

Todos obedecen las normas, todos los jóvenes asisten cada domingo a misa y la escuela es un ejemplo de rectitud.

Cuando alguien muere se debe a vejez o enfermedad...

Por eso cuando se corrió la noticia de que durante uno de los paseos de rutina, el guardabosques de turno se topó con los cuerpos de tres jóvenes comenzando a descomponerse tirados en medio del bosque, se creó un alboroto.

—Todos los estudiantes diríjanse en orden al auditorio, sin excepciones – dijo la Hermana Sacramento por el interlocutor –. Repito, todos los estudiantes diríjanse en orden al auditorio.

Por lo general el auditorio de la escuela se usaba para reuniones y juicios de la junta escolar, misas especiales, eventos de beneficencia o anuncios muy, muy importantes.

En filas, todos los estudiantes fuimos reunidos por los profesores para ir al auditorio como nos habían indicado.

Una vez estuvimos todos dentro y sentados, la directora dio un paso delante del podio sobre el escenario.

—"El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente" Salmo 91 – recitó –. Queridos estudiantes, hemos sido informados de una trágica noticia, de la cual creo que ya todos son conocedores...

—¿Qué fue lo que sucedió? - pregunto alguien, interrumpiendo.

—Primero que nada, se levanta la mano para pedir permiso de hablar una vez haya terminado de hacerlo yo, pero lo dejaré pasar pues todos estamos nerviosos – dijo la directora –. Segundo, es demasiado pronto para saber que es lo que sucedió a esos jóvenes, pedimos al Señor que sus almas vayan en paz y sus familias encuentren Él consuelo. La policía recomendó que se cancelaran las clases por el resto del día, ya hemos llamado a sus padres y están de camino a la escuela para recogerlos. Esperarán dentro de este auditorio su llegada para poder asegurarnos de que regresan seguros a su hogar. 

Poco a poco padres preocupados fueron llegando para llevarse a sus hijos, vaciando el espacio del murmullo bullicioso que resulta de juntar a muchos adolescentes en un mismo lugar sin nada más que hacer salvo esperar.

Los padres de Ellie fueron de los primeros en llegar, ella se despidió y se marchó con ellos. Le siguieron luego Alan y Josh. Dejándonos a Len y a mi sentados en una de las esquinas del auditorio, esperando a la abuela.

Len estaba callada, mucho más de lo habitual y tenía la vista fija en la nada. Por lo general eso significa que está profundamente metida en sí misma pensando sin parar. Habia algo dando vueltas en su cabeza.

—¿Está todo en orden? – pregunté al cabo de un rato en el que su silencio empezaba a perturbarme.

—Suenas cómo ella – respondió divertida.

—Es inevitable a veces – reí – ya en serio ¿en qué estás pensando?

Len paso sus manos por su rostro y suspiró.

—Es que no lo sé, todo es un poco extraño, yo... – No acabo la frase pues en vislumbramos a la abuela entrar al salón. Nos pusimos de pie de inmediato y nos acercamos a donde se detuvo a hablar con la Hermana Sacramento. Se despidió de ella al vernos.

—Niños, el pueblo es una locura en estos momentos – dijo mientras caminábamos a la salida –. Fue una buena decisión que la policía cancelase las actividades.

—¿Sabe algo más de lo que sucedió? – pregunté.

—Poco más que ustedes, supongo. Es una pena muy grande, la madre del joven Owen debe estar desecha.

—¿Owen? – preguntó Len.

—Si, el joven Charles Owen es uno de los... de los que hallaron.

Tal vez fueran ideas mías pero creí ver a Len palidecer un poco ante eso.

Volvió a ensimismarse durante el trayecto a casa y una vez llegamos simplemente subió a su habitación y cerró la puerta sin decir más.
A veces necesita estar sola.

Yo entré a mi cuarto, me quite el uniforme y tome una ducha.

Sentado frente a mi escritorio, saque una hoja en blanco, afile un lápiz y comencé a dibujar.

Trace línea tras línea, sombras y contornos durante un rato hasta que alrededor de 15 minutos después había terminado.

Mire la imagen  que había plasmado en el papel y lance un resoplido.

Lo que comenzó siendo solo garabatos sin sentidos adquirió la forma de un cuerpo en medio del bosque, acostado sobre raíces, rocas y hojas secas, con una mueca de terror congelada en el rostro.

Me quedé mirándolo un momento, luego lo hice una bola arrugada y la lancé a la basura.


***

-Len-

Había sido un día muy confuso.

La cabeza me daba vueltas, así que al llegar a casa me encerré en mi habitación y me recosté en el suelo.

No podía parar de pensar en Charles.

A penas y lo conocía pero un nudo me cerró la garganta cuando la abuela dijo que era uno de los muertos.

No podía ser cierto.

Tenía que ser un error... Pero no lo era.

Estaba muerto, de verdad estaba muerto.

Y no solo eso...

Hallado en el bosque junto con dos cuerpos más... justo como en mi sueño.

¿Acaso era eso posible o me estaba volvieron loca como mi madre?

No.

Debía ser una extraña coincidencia.

Claro, eso debe ser. No hay otra explicación lógica.

Por que, aunque a veces sean extremadamente vividas, y sé sobre ello, las pesadillas no pueden hacerse realidad.

Solo eran coincidencias...

¿Cierto?

Sangre MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora