Capítulo 13 "El Libro"

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-Len-

—¿Dices entonces que los cables del arranque del auto ya no funcionan? – preguntó la abuela.

—Están cortados.

—¿Cortados? ¿y como se cortaron?

—No tengo idea, lucen como si alguien los hubiera cortado con una navaja. – dijo Simón.

—O sea, alguien averió a propósito el auto – dije.

—Eso parece.

—¿Quién? – pregunto incredula la abuela.

—El auto estaba afuera, tal vez alguien intento robar una pieza y los corto. – dije. – de otra forma no lo sé...

Tal vez la persona que hemos visto fuera de casa en las noches tenga algo que ver con esto, pensé.

—Pero no falta nada más, solo los cables están averiados. – comentó Simón.

—¿Algún animal pudo hacerlo? ¿una rata o mapache?

—No lo sé, abuela. Los cortes son precisos. – respondió mi hermano – debemos llevarlo al mecánico para que de una mejor evaluación.

—Voy a llamarlo de inmediato – dijo la abuela y entro a la casa.

Simón levantó la vista del auto y me miró.

—Sé lo que estás pensando. – dijo.

—Es una posibilidad, y sería lógico.

—¿Qué alguien haya estado acechando la casa solo para cortar los cables del auto de nuestra abuela?

—Bueno, cuando lo pones así... no, pero ¿qué otra explicación hay?

—No lo sé, hermana, esperemos que lo evalúe un profesional, puedo equivocarme y que sólo haya sido que se fundieron con un corto circuito o si lo haya hecho un animal.

—Mmm bien. – respondí reacia.

Estoy segura de que la persona fuera de casa es la responsable de esto pero ¿por qué? ¿cuál es su propósito?

Mi teléfono vibro en mi bolsillo, tenía un mensaje.

Alan: ¡Hey!

Respondí de inmediato casi por instinto.

Yo: ¡Hola! 

Alan: ¿Qué harás está noche?

Yo: Sigo castigada... así que nada. 

Alan: ¿Puedo ir? Quiero verte... te extraño.

Sentí mi corazón estremecerse con su mensaje. Han pasado meses y el sigue causando estragos en mi.

Yo: Alan... Sabes que no es buena idea.  Ya hemos pasado por esto antes. No terminará bien.

Alan: Y tú sabes que eso no me importa. Len, por favor, solo esta noche. De verdad te necesito... y sé que tú igual.

Tenía razón. Si le necesitaba. Los últimos días, después de lo del bosque, el castigo, el extraño fuera de casa, las pesadillas... lo necesitaba. 

Yo: Solo esta noche. Y no volverá a pasar.

Alan: Te veo después de medianoche, deja la ventana abierta.

—¿Todo bien? – pregunto mi hermano.

— Si, solo era Ellie. – mentí.

Habían pasado meses desde la última vez que Alan y yo hicimos algo como esto.

Sangre MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora