-Simón-
Len llevaba dos días y dos noches encerrada en el sótano. Teníamos prohibido hablar mientras estuviera ahí, y a penas la había visto cuando subía al baño.
Me carcomía saber que ella estaba ahí y que yo debía solo mover un par de sacos de aquí a allá.
De niños solía tomar la culpa o la responsabilidad de algunas cosas solo para que ella no tuviera que estar ahí, yo podía soportarlo pero ella... Sé cómo la afecta el sótano.
La había escuchado llorar la noche del viernes cuando me paré frente a esa maldita puerta.
Al menos hoy estaría fuera por más tiempo, era domingo y debíamos ir a la iglesia. Ella tocaría junto con el coro.
Llegamos y nos sentamos en la primera línea de asientos, justo al frente.
La abuela se levantó y se acerco para saludar al Padre Solomons y algunos de los feligreses, así que aproveché el momento para hablar con mi hermana.
Len tenía la vista clavada en el suelo.
—¿Cómo estás? – pregunté.
—Odio estar ahí – dijo sin rodeos.
—Lo sé, no está bien. No es justo en absoluto.
—Nada lo es – me miró, sus ojos lucían apagados.
Tomé su mano y le di un pequeño apretón.
—Lo siento – fue lo único que pude decir.
Me dedico el fantasma de sonrisa.
—Estaré bien.
Solté su mano cuando la abuela volteó y regreso con nosotros, Len volvió a mirar hacia abajo, sumisa.
Ellie y su familia se sentaron justo detrás de nosotros y Alan, Josh y Anne en las filas del otro lado.
Me sorprendió ver entrar a Caleb a la iglesia, Len me había comentado que su familia no era creyente así que suponía que venía por ella.
—Vista al frente – regañó la abuela. Solo obedecí.
El Padre Solomons comenzó la Misa.
—Mis Queridos Hermanos y Hermanas, Él Señor este con ustedes. Primero que nada quiero saludar al Jóven Sky que nos visita por primera vez, se bienvenido a nuestra iglesia, el Señor esté contigo.
Caleb hizo un asentimiento a modo de saludo general.
—Nuestro pueblo ha tenido una serie de desafortunadas pérdidas en el último mes, hemos despedido a Jóvenes muchachos que crecieron entre nosotros y que han dejado un vacío. Hoy quiero inquietar a la juventud de este pueblo, quiero llamarlos para que reflexionen en nuestro Padre Celestial, Corson Hills a pesar de su característica pacífica no se escapa de los peligros que existen en el mundo... nadie está exento de que algo malo pueda ocurrirle, por eso los llamo, sean obedientes como manda nuestro Señor, cuídense, y sigan sus mandatos, porque el diablo siempre camina entre nosotros y a veces puede lucir muy hermoso... ahora bien, para consolar un poco nuestros corazones, darles un poco de luz en estos difíciles momentos, escuchemos una presentación especial de nuestro coro en conjunto con una joven ejemplar de nuestra comunidad, quién nos acompaña hoy en el piano, Silena Rojas.
Len se levantó de su silla y camino hacia el piano, cuando se hubo sentado en el taburete miró una vez a la abuela, y luego comenzó a tocar.
Era una canción de iglesia más, que hablaba de la bondad y el amor de Dios, pero como ocurría cada vez que Len presionaba las teclas de un piano ésta se volvió más profunda. Definitivamente, mi hermana tiene un don para la música, un don que Corson Hills y la abuela limitan a la iglesia.
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Sangre Maldita
ParanormalDicen que ninguna familia es perfecta. Que todas guardan secretos. La nuestra... La nuestra guarda el infierno entero.