-Len-
El nuevo plan parecía sencillo, mientras yo me encargaba de mantener distraídas a la directora y a la bibliotecaria, Caleb tomaría el libro.
Caminé hacia la bibliotecaria Mary con la excusa de que necesitaba su ayuda para encontrar un libro de Historia.
Mientras ella lo buscaba, me acerqué a la Hermana Sacramento, asegurándome de que le diera la espalda al área donde estaba Caleb.
—Silena – dijo a modo de saludo – ¿cómo estás?
—Estoy bien, Señora ¿cómo está usted?
—Pues bien ¿en qué puedo ayudarte? – dijo sin levantar la vista de los papeles frente a ella.
—Solo queria... preguntarle ¿si han habido más avances en la investigación de las muertes?
—Sabes que no puedo darte esa información – dijo. – no está permitido por la policía y como directora no es apropiado que lo hiciera.
—Pero ¿no puede decirme tan solo si hay avances? – insistí. – es que... quiero saber en qué puedo ayudar. Por Tate y su familia, es difícil no hacer nada.
—Eres una jovencita muy entregada, Silena. Y sé que te preocupas por los demás... – pareció considerarlo – pero no tengo más información que tú, la policía está siendo reservada.
—Oh... comprendo. – dije.
Miré en dirección donde debería estar Caleb para comprobar cómo iba, pero no lo veia en ningún lado.
—¿Necesita algo más? – preguntó la Hermana Sacramento – tengo que terminar estás cosas – señaló la pila de papeles.
—Emmm... no, gracias. – me levanté y fui en busca de mi amigo.
Recorrí la mitad de la biblioteca pero no le hallaba, torcí una esquina entre libreros y me encontré a la bibliotecaria recogiendo algunos libros caídos, pero no a Caleb.
Saqué mi teléfono y le envié un mensaje.
Yo: ¿Dónde estás?
Tardó unos minutos en responder.
Caleb: Tuve un imprevisto, me tropecé con la bibliotecaria.
Yo: ¿Te descubrió? ¿qué hiciste?
Caleb: Te veo fuera del estacionamiento después de clases.
Yo: Okay.
Guarde mi teléfono, antes de que la bibliotecaria o la Directora me vieran usándolo y fui por mis cosas.
Salí de la biblioteca justo cuando la campana sonó indicando el cambio de clase.
Caleb no se presentó a la siguiente y tampoco apareció en la cafeteria a la hora del almuerzo.
Le envié mensajes pero no respondió y empecé a preocuparme.
Tal vez algo había salido mal.
A la última clase se presentó tarde. Me dedicó una sonrisa al pasar junto a mi y tomó asiento en la última fila.
La intriga de qué había pasado me carcomía y sentía que las horas de clases se hacían eternas.
Cuando por fin sonó la campana terminando las clases, ya estaba al borde de un colapso nervioso.
—¿Qué sucedió? ¿dónde estabas? ¿estás bien? – pregunté a penas salimos del aula.
—Espera a que salgamos y te contaré todo. – dijo él.
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Sangre Maldita
ParanormalDicen que ninguna familia es perfecta. Que todas guardan secretos. La nuestra... La nuestra guarda el infierno entero.