23- Al final del camino

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Frieda era bastante joven cuando su destino se cruzó con aquel hombre que la hizo sentir como la protagonista de su propio libro de romance.

Primero fue chocar sus manos de forma tímida por accidente al abrir la puerta. 

Miradas furtivas mientras el decano hablaba frente a los estudiantes y ella lo observaba en silencio atenta a su clase. 

Un vaso de café caliente sobre la mesa de la sala de profesores para Grisha en invierno. 

Discretas notas sobre los ensayos de Frieda a modo de ayuda en futuros exámenes. 

Coincidir en los mismos sitios con frecuencia ya que Grisha en aquel entonces era decano de la facultad de ciencias políticas y Frieda una sobresaliente estudiante.

Frieda recurrió a él cuando olvidó su billetera en su habitación y Grisha ofreció llevarla a casa aquella tarde de lluvia tras concluir las clases.

Su joven corazón ardió cuando Grisha bajó del auto y la acompañó hasta la puerta, sin un paraguas.

Ambos bajo la lluvia, con el corazón palpitando con fuerza. 

La fría mano de Grisha sosteniendo su lozano rostro era fuego puro junto con aquel sentimiento burbujeante cocinándose a fuego lento por meses que concluyó con Frieda entregándose a los brazos de ese hombre que era el primero en su vida.

A Frieda le gustaba recordar aquellos momentos de felicidad cada vez que se preguntaba por qué seguía atada a ese infernal matrimonio.

No fue muy difícil conquistar el corazón de una joven llena de sueños y Grisha cuando se lo proponía, podía ser bastante romántico con tal de conseguir sus objetivos.

Grisha supo que era la mujer indicada cuando Frieda conoció a su hijo Zeke y notó la simpatía de su hijo hacia ella. Eso bastaba para considerarla una buena madre y esposa.

Pero pronto, la historia comenzó a verse manchada de oscuros momentos.

Frieda se casó enamorada de aquel hombre que le prometió amor eterno, lo que ella tal vez no sabía es que Grisha les decía a todas lo mismo. No importaba si era ella, alguna de sus asistentes o alguna aventura clandestina de una noche con un completo desconocido.

Hubo un día en que Frieda regresó a casa antes de lo usual. Se encargó de pasar por Zeke a la escuela y juntos escogieron un bonito pastel para llevar a casa.

—¿Crees que le guste el pastel a papá? —preguntó un joven Zeke.

—Claro que sí—respondió Frieda, esbozando una cálida sonrisa y acariciando los dorados cabellos de Zeke.

El auto de Frieda se detuvo frente a la gran casa de los Jaeger y Zeke ayudó a Frieda con el resto de las compras mientras ella sostenía el pastel con ambas manos para apresurarse a abrir la puerta principal.

—¡Papá! Felicidades por tu ascenso a congresista...

Frida dejó caer el pastel y sus manos cubrieron la vista del pequeño Zeke queriendo ocultar lo evidente, pero era demasiado tarde.

El aire olía a sudor y quién sabe a qué más, pero aquel día Zeke descubrió a Grisha Jaeger, futuro presidente de la nación fundiéndose en los labios de Eren Kruger. Ambos por completo desnudos en la sala de su casa, junto a la chimenea, frente al gran retrato de Frieda.





Los secretos del protegido [Zevihan] (Historia completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora