Capítulo 15: Estúpido campamento.

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[EDITADO]


Candace.

Tantas hipótesis y nunca se me ocurrió nada como ello, nunca nos habían hablado de algo como eso ni en el instituto, ni en nuestros hogares, ni en las calles de Celarium, en ningún lado ¿Tan malo aquello? era algo difícil de entender, es decir, siempre supe que había algo diferente en el per...

—Es la tercera vez que dices que soy diferente en menos de una hora —dijo divertido.

—Debes parar de hacer eso.

—Si Picasso no detuvo su talento al pintar ¿Por qué yo debo parar?

—Porque Picasso era un talentoso pintor, en cambio tu solo eres... —Me interrumpió.

— ¿Especial? —dijo sonriendo mientras movía las cejas de arriba hacia abajo.

— ¿En serio, Andrew? Neptuno, que ego —Puse mis ojos en blanco.

—Tú fuiste la comenzó diciendo que yo soy especial, inigualable, inolvidable...

—Yo nunca he dicho eso y no lo pienso decir jamás.

—Pero lo pensaste.

—No es cierto, eres tan insoportable.

Me coloqué de pie —tanto como la altura de la tienda de campaña me lo permitió— y baje el cierre para poder salir. Iba a dar el primer paso cuando él me tomó por el brazo.

—No te vayas aún, fresita. —Lo observé extrañada.

—Quedamos en que no era de esos momentos en donde todo se tornaba romántico por la confesión —dije mientras hacía un movimiento con mi mano libre entre él y yo.

—No lo es, deja de soñar —aseguró y soltó mi brazo.

—Yo no soy la que pidió que me quedara —dije mientras me encogía de hombros.

—Estoy bastante aburrido, y además tu vida es una comedia —Resoplé saliendo de igual manera—. Podrías entretenerme un poco. —Lo oí decir a lo alto ya que me encontraba fuera de la tienda.

Empecé a caminar hacia el lugar donde tenemos nuestros comestibles, la poca luz de la fogata me ayudó lo suficiente como para caminar sin caerme y así evitar hacer ruido, no quería despertar a Margareth. Tomé algunas golosinas como Malvaviscos, crema de maní y algunas gaseosas, hagamos de esta noche un poco agradable. Me prohibí pensar, mientras más pienso peor sale todo.

—Llegó por quien llorabas —Entré con las manos llenas. Él ya se encontraba acostado— ¿Dormirás? ¡Pero si la fiesta acaba de comenzar! —Se sentó y negaba con una sonrisa.

—Eso es mucho para un cuerpo tan pequeño —dijo señalando los dulces en mi mano.

—Me gustaría poder decir lo mismo de tu cerebro pero claramente no es el caso —contraataqué mientras me sentaba frente a él.

— ¿Que trajiste?

—Malvaviscos y crema de maní, sé que suena asqueroso pero mi padre los amaba y comíamos eso cuando mi madre no estaba.

Él me dio una sonrisa pero no llegó a sus ojos.

—Conozco la combinación.

Comimos aquello mientras hablábamos de cosas sin gran relevancia, por segundos él como que se perdía pero luego fingía que nada había sucedido. Estábamos en una posición ahora, luego de terminar de comer él se había acostado a un lado y luego de pensarlo yo había hecho lo mismo.

Celarium [Editando muy lentamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora