❝ From my blood come the prince that was promise and his will be the song of ice and fire ❞
¿Qué hubiera pasado si Daenerys hubiera tenido una hermana? Conoce la historia de Rhaella Targaryen.
A Game of thrones fanfiction
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hoy era el día que se llevaría acabo la lucha en los Reñideros. A ninguna de las hermanas le apetecía estar ahí, pero era su obligación.
Toda la gente aplaudía y gritaba a los luchadores que estaban en la arena. El prometido de su hermana llegó más tarde y se sentó.
Al lado derecho de la mayor, se sentaba su hermana. La menor estaba enfadada con su hermana y desde hacía días que no le dirigía la palabra. Resulta que su hermana había nombrado a Tyrion Lannister como Mano de la Reina.
Los Lannister nunca eran de fiar.
Alicent y Rhaella conversaban y se reían de los atuendos tan extravagantes de los amos.
—¿Dónde estabais? — Escuchó preguntarle su hermana a su prometido.
— Comprobando que todo está en orden.
Los hombres que estaban en la arena se metieron dentro del edificio y salió un antiguo amo. Esté mando a callar a las gradas.
— "¡Ciudadanos libres de Meereen! Por la gracia de sus altezas y su majestad la reina, sed bienvenidos ¡a los Grandes Juegos!"— Todo el público vitoreó. Salieron dos luchadores a la arena.— "Mi reina, el primer torneo. ¿Quién ganará, el fuerte o el rápido?"
El que el amo había señalado como el rápido habló.—"Mi reina. Lucho y muero por tu gloria, oh, reina gloriosa."
—"Lucho y muero por tu gloria, oh, reina gloriosa."—Esta vez habló el fuerte. El amo salió de la arena para que lucharan.
El reñidero se mantuvo en silencio.— Esperan a que deis una palmada.— Habló su prometido.
Esta dio la palmada y el público se levantó eufórico. Queriendo ver la pelea.
Los luchadores combatieron un rato. Rhaella no le prestó atención. No había dejado venir a sus hijos. Con los hijos de la Arpía rondando no se fiaba.
— Ese, el pequeño, es sin duda por el que hay que apostar.— Les habló Daario.
— Por el pequeño entonces.— Siguió la Mano.
— Yo no apostaré por ninguno.— Declaró la reina.
— Los reyes y las reinas nunca apuestan en los juegos. Deberíais buscar a alguien que apueste.
