Capítulo 3

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Desperté mucho antes de la hora a la que había quedado con Aron, mis ganas de querer resolver todas mis dudas sabiendo que él tendría alguna de las respuestas, era mayor que las que tenía de dormir. Tomé una ducha, me acicalé, lavé mis dientes y me vestí, ni si quiera me paré a desayunar. Salí rápido de mi casa en dirección al punto de encuentro y por el camino solo pensaba en cómo le sacaría el tema, ¿se lo diría directamente? ¿le soltaría alguna indirecta para ver cómo reaccionaría? ¿y si en realidad no sabe nada y estoy enloqueciendo? Mis inseguridades fueron en aumento a la vez que caminaba; llegué al cruce y le vi a lo lejos, se encontraba hablando por teléfono, decidí acercarme a él y cuando me vio colgó.

- ¡Hola Ciara! ¿cómo estás? – dijo él. Desprendía seguridad en sí mismo, como siempre.

- Hola chico nuevo – le respondí intentando parecer segura de mi misma, pero en el fondo estaba demasiado nerviosa. Él se percató.

- Entonces ¿vamos? – me preguntó con una sonrisa, echándose a un lado para permitirme pasar con un gesto caballeroso.

Estuvimos caminando un rato en silencio, la tensión podía palparse y ninguno se atrevía a sacar tema de conversación de ningún tipo. Su gran seguridad en sí mismo pareciera haberse esfumado en minutos ¿Cómo se supone que iba a sonsacarle algo? Decidí echar fuera la vergüenza y dar el primer paso.

- Y ¿de dónde se supone que habías dicho que venías? – pregunté para cortar aquel silencio incómodo.

- Bueno mi familia y yo vivíamos en San Diego, pero a mi padre le ofrecieron un puesto de trabajo importante aquí y tuvimos que mudarnos.

- ¿Y te gusta San José o preferías San Diego?

- Bueno es diferente, digamos que cada una tiene su encanto – respondió dudoso.

- ¿Os quedaréis mucho tiempo aquí? – comencé mi investigación.

- No sabría decirte realmente, todo depende de mi padre y de su trabajo. ¿Y tú qué? Cuéntame de ti, ¿has vivido siempre aquí?

- No, estuvimos viviendo en Madrid hasta que cumplí once años, pero a mi madre la salió una oferta de trabajo muy buena aquí y tuvimos que mudarnos también, desde entonces sí, hemos estado viviendo aquí.

- ¿Y en qué trabajan tus padres? – preguntó.

- Mi madre es consultora de banca y mi padre era astrólogo. ¿Sabes?, solía contarme muchos relatos cuando era pequeña. Me encantaban esas historias – empecé a recordar aquella noche en el jardín – mi favorita era una sobre una gran batalla donde doce ejércitos se unían para derrocar a otro traicionándolo – me sequé la lágrima que caía por mi mejilla al acordarme de ese momento con mi padre – pero bueno, mi padre se volvió distante conmigo y hace poco murió – bajé mi mirada al suelo – no sé, le echo bastante de menos por muy distanciados que estuviéramos, en el fondo pienso que algo le ocurrió para que de la noche a la mañana no quisiera saber más de mí – retiré la mirada al darme cuenta de todo lo que había dicho, ¿por qué le he contado todo eso? ¿Qué narices me pasa? No lograba entender por qué me había dado ese arrebato de repente cuando ni si

quiera con Noah me ocurría – perdona yo no sé porque te he hablado de todo esto, lo siento enserio.

- No te preocupes, dicen que es muy fácil hablar conmigo – respondió guiñándome un ojo.

- Bueno, dejemos de hablar de mí, y tú qué, ¿cuál es tu historia? – pregunté. Al final era él quién me estaba sonsacando información a mí y no al revés.

- ¿Mi historia?, tampoco hay mucho que contar, veamos me considero una persona divertida y con carisma, y no suelen gustarme las injusticias. Socialmente entraría en lo estándar, no soy popular, pero tampoco un marginado. Respecto a mi vida sentimental, bueno, mejor ni mencionarla, hace poco lo dejé con mi novio

El corazón de OriónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora