Keyla estaba furiosa y Alya seguía aparentando su arrogante seguridad a pesar de su desgaste físico muy evidente. Estaba loca, si mi madre quisiese, simplemente con chasquear los dedos la dejaría indefensa, y no viviría para contarlo.
Ambos hermanos estaban inmovilizados por los guardias que aún le eran fieles a Keyla, Maya estaba junto al cuerpo de Tyr, también apresada por uno de ellos y Alya, estaba sola frente a la mismísima muerte.
-¡Aron no! ¡Tenemos que volver! – gritaba desesperadamente mientras forcejeaba por soltarme de su agarre – ¡Por favor! ¡Morirá si no la ayudamos!
El agarre de Aron era bastante firme, impidiéndome moverme a mi antojo. Ponía mis últimas fuerzas tratando de escapar, no podía dejarla allí, no iba a permitirlo, si eso implicaba enfrentarme a mi madre lo haría.
-¡Ciara deja de moverte! – paró en seco mientras me zarandeaba – ¿¡No te das cuenta!? ¡Tenemos que irnos de aquí, ahora! ¡No queda otra opción! Pediremos ayuda al consejo de los reinos, ellos detendrán todo esto – continuó el camino estirándome del brazo.
-¡Ellos comenzaron todo esto Aron! – se paró ante lo que había escuchado – todo esto es su culpa, ellos mataron a Uzziel, mataron a su familia, fueron los que le obligaron a tomar la decisión de encontrar el anillo.
-¿Qué estás diciendo? Eso es imposible, la esposa del rey del Espacio y Tiempo murió en el parto junto su hija.
-¡Eso es lo que os han hecho creer! ¡Despierta de una vez! ¡Nada es lo que crees, ni el bueno es tan bueno ni el malo tan malo! ¡Todo se resume al poder! – respiré profundo tras estallar con Aron mientras él seguía asimilando la situación y toda la información que acababa de recibir, poniéndole en duda todo lo que conocía hasta el momento – Él me lo enseñó Aron, todo lo que ocurrió y como empezó aquella batalla, ¡y sí! fue lo que os contaron, es cierto, Uzziel enloqueció, pero no por decisión propia – me acerqué a su lado – unos soldados irrumpieron en sus jardines un día y apresaron a su esposa e hija recién nacida, buscaban algo que Uzziel sabía dónde estaba, algo llamado el alma mierda cómo era, el alma de
-Las Pléyades – terminó la frase preocupado ante lo que acababa de decir.
-¡Eso! El colgante del Alma de las Pléyades.
-Es imposible, ¿estás segura de que fue eso lo que viste? – noté como Aron comenzó a ponerse aún más nervioso y comenzó a caminar de un lado a otro – No, simplemente no puede ser, es una mera leyenda, no es posible.
-Aron, Aron – lo agarré para que parase de desvariar – nos encargaremos de eso en otro momento, ahora hay que ayudar a Alya, por favor, somos los únicos que pueden hacerlo.
Se quedó mirándome a los ojos pensativo, dudoso, los cerró mientras soltaba un gruñido. Volvió clavar su mirada, esta vez firme y sin miedo alguno en mí, asintiendo con la cabeza, confirmándome aquello que tanto ansiaba.
Volvimos al escenario que habíamos dejado, y aunque solo habían sido minutos lo que había pasado, pareció una eternidad. La sangre se me heló cuando vi cómo mi madre tenía sujetada por la cabellera a una Alya ensangrentada y llena de golpes por todo su cuerpo. Esa imagen jamás saldrá de mi cabeza, se me partió el alma verla así, algo en mí se removió y antes de que pudiera acabar su cometido, tensé mi mano y la deslicé agresivamente hacia la derecha, haciendo que saliera disparada por los aires, sin ningún tipo de piedad, quedando inconsciente en el suelo.
Rápidamente corrí hacia Alya, antes de que los soldados fueran a por ella, moví mis brazos deshaciendo el círculo de su alrededor, quedando todos doloridos en el suelo, hasta que por fin pude llegar a ella.
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El corazón de Orión
DiversosTras la muerte de su padre Ciara descubre una caja que pondrá en duda todas las historias que su padre le contaba cuando era pequeña y todo lo que conocía hasta ahora, su vida, sus amigos, su mundo... ¿Será verdad la guerra de los 12 reinos? ¿Realm...