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Chishiya se sentía mal. No es que se sintiera mal físicamente, sino emocionalmente.
No sabría cómo describir aquel dolor en su pecho. En un principio creyó que era taquicardia, sin embargo luego de ir al cardiólogo, descubrió que su corazón era sano y que no padecía ninguna patología.
Y es que a pesar de que su trabajo era bastante agitador y demandante, no sentía un cansancio o estrés viniendo de este.
Un día, por aquello del mediodía en su descanso, fue a la tienda de conveniencia más cercana. Tenía ganas de comer algo ligero y que le quitará el hambre por unas horas.
Tomo un par de onigiris rellenos de atún con mayonesa debido a que estaban en promoción, y prefirió llevar los dos.
Estaba apunto de tomar los dos, cuando una gran mano también iba en dirección de ellos, tocándose entre si.
Su cuello se erizo al simple contacto de esa persona, y le miro algo asustado.
Miro a la persona y sentía que la conocía de algún lado. Era alto, incluso le sacaba una cabeza de altura, tenía ojos oscuros pero tenían linda forma y su nariz era perfilada a su rostro, pero los labios gruesos y rosa natural fueron lo que complemento su atractivo.
––Ah, perdón —tenia una voz gruesa y una muy linda sonrisa —, puedes quedartelos.
Chishiya pestañeo confundido y miro los onigiris, viendo que solo quedaban dos para llevar.
—Espera —Chishiya inconscientemente le llamo al ver que se iba el hombre y suspiro para si mismo cerrando sus ojos —, te doy uno.
—¿Por qué? —el hombre se giro y alzó su ceja.
—Yo solo quiero comer uno... además la promoción es un dos por uno, y tampoco es que tenga que pagar mucho.
—Eh... no sé.
—Insisto —Chishiya se desconocía en ese instante, no sabía porque se compartaba de aquella manera frente a aquel hombre totalmente desconocido.
Termino aceptando, a lo que Chishiya fue y pago por su compra. Salieron de la tienda y Chishiya se sentó en una banca en aquel parque cercano.
—Gracias —dijo el hombre recibiendo la comida. Vestía de traje sin corbata y con los primeros botones desabrochados.
—Siéntate.
Chishiya le ordenó y el hombre pestañeo confundido, sentándose algo aterrado ante el tono que utilizo el chico con rostro de angel.
Comieron en silencio y evitando mirarse a los ojos, sintiendo la tensión entre ellos dos, a pesar de que no se conocen de nada.
—¿Trabajas... en el hospital de acá? —el hombre pregunto cubriendo sus labios al hablar.
