26.- La Verdad.

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La lluvia caía suavemente en Hogsmeade.

El sol ya había cedido ante la luna y el cálido clima del día ahora helaba los huesos.

Aren miró el cigarrillo que había en su mano durante algunos segundos, ya tenía años sin probar uno, lo había dejado para poder tener rendimiento en el Quidditch, todo lo contrario a su hermana que parecía una chimenea andante. Suspiró y le dio otra calada al cigarrillo.

Todo había estado bien en su vida, todo parecía un sueño, pero de pronto se había convertido en una pesadilla.

¿Por qué? ¿Qué había hecho en su vida pasada que estaba pagando en esta vida?

El ruido de un carruaje lo hizo alzar la mirada. El carruaje se detuvo justo frente a una enorme casa recién remodelada, los mayordomos rápidamente abrieron las puertas, dándoles paso a sus padres.

Ahí estaban ellos, bajando con un andar elegante y superior, listos para ver a sus hijos ganar la tercera prueba y el torneo en si.

Con un chasquido desapareció el cigarrillo, metió las manos a su abrigo y caminó hacia ellos.

-Aren, hijo -Su madre sonrió al verlo y abrió los brazos para abrazarlo, pero él se detuvo unos pasos antes- ¿Todo bien?

-No, no estoy bien -respondió- ¿Por qué amenazaste a Hermione para que aceptara casarse conmigo?


ºº


24 horas antes.

Si había algo que le daba tranquilidad a Hermione, eran los libros y la biblioteca siempre había sido y siempre sería su lugar seguro, así que pasaba la mayoría del tiempo lo pasaba ahí, rodeada de montañas de libros, usándolos como escudo contra el estrés.

-Señorita Granger -La voz de la señorita Prince la sacó de sus pensamientos- Es hora de cerrar.

-¿Ya? -Hermione miró el reloj que había en la pared y suspiró- Vaya, qué rápido pasa el tiempo.

-Lo sé -La señorita Prince sonrió con ternura y luego se alejó.

Hermione se quedó un par de segundos mirando aquellos pergaminos que había estado escribiendo, los tomó con cuidado y los guardó en su mochila, luego tomó sus libros y salió tranquilamente del lugar.

Las luces ya estaban a la mitad y no había nadie en los pasillos, además de que la mayoría de los retratos ya se encontraban dormidos.

Eso de salir hasta tarde de la biblioteca ya era una (mala) costumbre que tenía, pero no era nada extraño en ella, el salir hasta altas horas de la noche y caminar por aquellos pasillos desiertos era algo que la relajaba... Pero no aquella noche.

De pronto sintió que alguien la observaba, así que se giró, pero no había nadie... Tal vez era imaginación suya o el cansancio, así que no le tomó importancia y siguió su camino.

El edificio de los campeones no estaba muy lejos del castillo, pero estaba bastante cerca del bosque prohibido, así que debía pasar por un camino un poco oscuro y con un par de árboles.

Un escalofrío recorrió su columna, como si de una advertencia de tratara, se detuvo un momento y sacó su varita nerviosa.

La piel se le puso de gallina, por alguna razón, las palabras de la madre de Aren resonaron en su cabeza y sintió miedo.

De nuevo comenzó a caminar, esta vez un poco más rápido. Tenía que darse prisa, había algo en el ambiente que la ponía nerviosa.

Una rama crujió detrás de ella, Hermione se giró rápidamente con la varita encendida, pero no había nada.

El Torneo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora