𝐌𝐚𝐢𝐝 𝐜𝐚𝐟é 𝐩𝐭. 𝟏

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—No lo sé… ¿te parece buena idea venir aquí, Sergio?

—Gerard me lo recomendó. Dice que el servicio es excelente.

Se trataba de un café con una particular característica: ser atendido por gente en traje de maid. Había tanto chicas como chicos. Sergio y él tomaron asiento en una mesa despejada y al poco tiempo, se les acercó un chico bajito, con una barba de tres días y el pelo corto, casual. Sus ojos castaños le gustaron a Ronaldo, quién descubrió que no solo le gustaba eso. El cuerpo del hombre no era extremadamente delgado, ni tampoco como si fuera al gym todos los días, a diferencia de él.

—…Cris —Sergio le llamó la atención.

—¿Qué pasa?

—¿Qué va a ordenar?

—Ah… —vio el menú y ordenó lo que tomaría, recibiendo una sonrisa del chico cuando lo anotó, diciendo que ahorita lo traía y desapareciendo.

—Cris, sé más discreto —lo regañó Sergio con claras intenciones de reírse. —Parecía que se te iba a caer la baba.

Pero el mismo Sergio había estado mirando con ansiedad a un joven croata que trabajaba ahí mismo. La orden de ambos fue llevada por el mismo joven que había llamado la atención de Cristiano, quién le dio las gracias y luego preguntó por su nombre.

—Me llamo Lionel, pero me dicen Leo.

—Lionel —repitió Cristiano, provocando un escalofrío en el maid— es un bonito nombre.

Leo se sonrojó y le dio las gracias, deseándoles que disfrutasen de sus pedidos. Cuando terminaron, Cristiano salió, mientras Sergio se quedaba a pagar. Al salir, el luso lo notó más feliz que antes.

—¿Pasó algo?

—Se llama Luka —dijo, con un suspiro. —Y le puedo pedir para ti el número de Leo.

Casi una semana después, Cristiano tenía el número de aquel adorable maid al que anhelaba llamar, sin embargo, ¿qué podría decirle? ¿Qué razón pediría Leo para atender su llamada?

Cristiano juntó valentía, el no era un cobarde y jamás lo sería, por lo que mensajeó a Leo diciéndole que le había agradado y quería conocerlo mejor. Leo respondió amablemente diciéndole que tenía libres los fines de semana y que podían verse en un parque.

Cristiano siempre se esmeraba en vestir bien, pero esa vez quería causarle una muy buena impresión al argentino bajito y de hermosos ojos castaños.

Cuando llegó al lugar, encontró a Lionel ya esperándolo.

—Hola, Leo.

—Hola, Cristiano —dijo, algo tímido, lo que le daba ternura al mayor, quién se sentó a su lado.

—Solamente dime Cris, ¿está bien?

—Sí, Cris, yo… Lo siento, nunca he salido con un “cliente” —se rió de forma nerviosa, temiendo ofender a Cristiano.

—Entonces, ¿soy el primero? —preguntó Cristiano con una sonrisa engreída, haciendo que Leo asintiera con timidez. —¿Y qué me cuentas de ti? ¿Por qué trabajas en el maid café?

—Ah, bueno, mi amigo Neymar me lo recomendó… la verdad es que no he encontrado otro empleo.

—Entiendo…

—¿Te gusta el fútbol? —preguntó Leo.

—Claro que sí, soy del Madrid, ¿y tú?
Leo arrugó su rostro en un lindo puchero de disgusto.

—Yo soy del Barça, ¡visca el Barça y visca Cataluña!

—Entonces los culés están destinados a enamorarse de un madridista —dijo con burla, dándose cuenta de que dijo la palabra relacionada a otra palabra con A.

—¿Quién habla de amor? —contestó Leo, visiblemente nervioso por las palabras de Cristiano, porque sinceramente, se sentía atraído hacia él y temía enamorarse de él.

—Me equivoqué, jaja. ¿Quieres venir a ver el próximo Clásico en mi casa?

Leo accedió.

Pero llegó ese partido y aunque Cristiano le había dado la dirección de su casa, Leo nunca apareció. Al día siguiente, con preocupación, contestó el teléfono, que decía el nombre de Leo en letras grandes.

—Leo, ¿qué pasó? ¿Por qué no…?

—Dios, perdóname, Cris… es solo que… me despidieron y yo… he estado buscando un nuevo trabajo.

—Oh, lo lamento… yo pensé que no querías verme… —susurró.

—¡No! Sí quería verte… solo que me mudé con Sergio, para ayudarnos con la renta.

—¿Sergio? —Sergio nunca le había dicho que había acogido al pequeño argentino y eso lo hizo enojar, ¿no tenía Ramos a su propio croata?

—Sí, Kun. Es mi mejor amigo. Se llama Sergio Agüero, pero le decimos Kun —aclaró, casi podía ver el cerebro de Ronaldo trabajando con ira.

—¿Tienes tiempo de venir hoy? —le preguntó pues en serio tenía ganas de verlo. Hubo un silencio detrás de la línea y se preparó para escuchar lo peor.

—Sí, Cris. Pásame la dirección, aunque llegaré un poco tarde, ¿está bien?

—No importa, Leo —aseguró.

Arregló su casa, aunque ya estaba impecable, quería darle una buen impresión a Leo. Se preguntó si Leo era más de ordenar comida rápida o de comida casera, él era más de comida casera pero decidió esperar y que Leo tomara la decisión.

—Hola, Cris —le saludó con un beso cuando llegó. El argentino se veía lindo, pensó, esa barba le quedaba bien. Su mirada se fijó en la mochila que llevaba Leo, pero no dijo nada y lo dejó entrar.

—¿Quieres ordenar comida? ¿O prepara algo?

—Como tú quieras, Cris, es tu casa.

—Eres mi invitado.

—Pues… —las mejillas de Leo se colorearon de rojo. —Preparamos algo, aunque no sé cocinar mucho.
Cristiano sonrió, por alguna razón, aquello se le hizo tierno. Condujo a Leo a su cocina, en dónde empezaron a cocinar una deliciosa pizza casera. Cristiano le explicó a Leo que a él le gustaba seguir cierta dieta pues le gustaba mantener su cuerpo en forma.

Leo se preguntó si decía aquello para que el menor se fijara en su cuerpo; y bien que funcionó: no podía dejar de notar que Cristiano tenía un muy buen cuerpo, con todos esos músculos y su piel bronceada, se veía como todo un modelo de revistas para hombre.
Pero Leo no era el único que se fijaba en el físico del otro. Mientras él se movía de un lado al otro en la cocina, Cristiano no podía apartar su mirada del trasero del argentino, preguntándose si era tan suave como parecía.

Cuando la pizza estuvo lista, fueron a la sala, donde disfrutarían de esa comida. Comieron mientras platicaban de cosas cotidianas, entonces surgió el porqué había ido Cristiano al maid café.

—Sergio me estuvo insistiendo para ir.

—¿Tú también tienes un amigo llamado Sergio? Woah, qué coincidencias. Es el que está enamorado de Luka, ¿verdad?

—Sí.

—¿Y tú, Cris? ¿No te enamoraste de alguien ahí? —intentó preguntar, sonando sensual, pero le falló y salió como una triste pregunta.

—Sí, de hecho, está aquí mismo, frente a mí… —La mano de Cristiano se dirigió hacia el muslo de Lionel, haciendo que su piel se calentara. —¿Te parece si vamos un momento a mi habitación?

𝐃𝐑𝐄𝐀𝐌𝐄𝐑𝐒 | cristessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora