Capítulo 21.

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La situación en la que se encontraba Jaemin era demasiado difícil. Y lo peor de todo era que había decidido no contarle a nadie sobre lo sucedido, su conciencia no lo dejaba tranquilo en ningún momento, cada segundo que pasaba le recordaba que todo esto era su culpa.

¿Cómo se lo contaría a sus padres?, ¿cómo les diría que había sido él quien acabo con un amor sincero?, ¿cómo gritaría a los cuatro vientos que lo único que necesitaba era volver con Jeno?
Aquella noche volvió de madrugada a su casa y afortunadamente nadie estaba despierto, se encerró en su habitación y lloro por lo que quedaba de la noche. Una vez que amaneció, se levanto en cuanto su alarma sonó, se puso lo primero que encontró en su armario y salió de su casa directo a la del modelo, le dió un poco de esperanza ver los autos tal y como estaban la noche anterior.

Fue directamente hacia la puerta y tocó, pero nadie salió a recibirlo. No se rendiría, por supuesto que no. Intentó llamar a Jeno pero su celular estaba apagado, no había ningún moviendo dentro o fuera de la gran casa. Todo estaba en un silencio sepulcral, ahí permaneció, hasta el medio día, nadie le abrió, ni la señora Hye o el señor Park, por lo menos para hacerle saber que Jeno estaba bien.
Tuvo que retirarse porque recibió una llamada de Yuta, pidiéndole que por favor volviera a la clínica, pues lo estaban buscando y él no podía hacerse cargo de todo. Resignado volvió pero cada cierto tiempo intentaba llamar al modelo, le dejo muchos mensajes pero estos ni siquiera fueron leídos.

- ¿Nana, estás bien?, ¿qué te paso? -Yuta preguntó en cuanto lo vio cruzar la puerta de la clínica.

- No preguntes nada, no estoy de humor

Y es que en realidad, lo que más quería Jaemin en esos momentos era un abrazo de Jeno, quería que lo mimara cómo todas las veces anteriores, quería que llegara con un peluche de gatito y lo llenará de cariñitos y palabras dulces.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, y con todas sus fuerzas tuvo que contener su llanto, para que Yuta y los dueños de los pacientes no creyeran cosas que no eran.

Jeno despertó con un dolor horrible de cabeza. Estaba en el piso junto a las botellas que había consumido, la luz le provocaba migraña y las ganas de vomitar crecieron desde su estómago, trastabillando llegó al baño y ahí saco todo lo que tenía en su estómago.
Nunca antes había bebido de esta manera, pero por lo menos el alcohol lo había sacado de su realidad la noche anterior.

Salió de su habitación y llegó hasta el comedor.
No saludo a nadie, simplemente se dejó caer sobre la silla y sobó sus cienes. La señora Hye se acercó, en silencio, aún temerosa por como le había gritado anoche.

- Esto le ayudará, joven Lee -dejo su plato con el desayuno y una pastilla.

Jeno ni siquiera tenía apetito, no tenía ganas de nada. Pero tampoco podía descuidar su físico, era un modelo y debía cuidarse, así que con el poco apetito que tenía se comió todo lo que le habían servido y también se tomó la pastilla.
Nadie en la casa dijo más, Jeno terminó sus alimentos, se levantó de su lugar y volvió escaleras arriba.
No entró a su habitación, se desvío y se encerró en otra.

El aquel cuarto solo había una cama individual que estaba junto a la ventana, ahí tomó asiento y sacó su celular para encenderlo. Los mensajes de Jaemin comenzaron a llegar, pero no tuvo el valor suficiente para abrirlos.

Dejó caer su espalda sobre el colchón y puso su brazo sobre sus ojos, nuevamente las lágrimas se estaban apoderando de él. Su corazón dolía y se sentía tan solo justo ahora, incluso todavía más solo que cuando sus padres fallecieron, de ninguna manera podía siquiera olvidar el brillo de esos ojos avellana que lo habían enamorado, no podía olvidar lo bien que se sentía envolver esa cintura con sus manos. No podía creer que Jaemin haya preferido a ese maldito de Mark.

El disco de tu corazón [NOMIN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora