Si Pudiera Prestarte Mis Ojos (Unicorn Wars)

una salida de ¿amigos?

El timbre de la casa sonó, despertando a los dos hermanos, Andrés se tapó con la manta hasta la cabeza ¿Que clase de psicópata toca el timbre de una casa un sábado en la mañana?
Gregorio abrió los ojos lentamente, el sonido del timbre era demasiado fuerte como para dormir y si se tardaba demasiado en responder sus padres se despertarían bastante molestos, se asomó por la ventana para observar al misterioso visitante antes de bajar a atenderle, el rostro del muchacho de cabello rosa se iluminó con una sonrisa, sus amigos Armando y Pedro estaban ahí, aún que Gregorio no les había dicho la dirección de su casa.

Se acercó a su hermano menor, para sacudirlo un poco – Andrés, Pedro está aquí – el peliazul respondió sacando una mano de la cobija y enseñándole el dedo medio al mayor de los dos – que se joda, es sábado, los sábados se duerme – el pelirosa rodó los ojos y procedió a alistarse

Ya listo para salir, Gregorio suspiró con cansancio al ver que Andrés seguía en la cama, envuelto en cobijas, levantó un poco el final de unos extremos y jaló la pierna de su hermano pequeño para sacarlo de la cama, ganándose muchos insultos en un grito – ¡YA PARA! ¡YA PARA! ME ALSITARÉ DIOS, QUE FASTIDIO– exclamó el de azules cabellos con una enorme molestia.

Una vez listos, Andrés y Gregorio salieron de su hogar, no sin antes darles un aviso a sus padres.
Andrés miró a sus amigos con el seño fruncido, todavía molesto por qué le habían despertado, aún así sus pensamientos comenzaron a divagar. Habían pasado ya varios años desde el jardín de niños, francamente le sorprendía mucho el seguir siendo amigo de esos dos tipos fuera de su casa, bueno, más que amigos uno era el casi-novio de su hermano y el otro... Un pecoso medio raro.

– si ibas a estar con esa cara mejor no les hubieras dado nuestras direcciones – comentó Gregorio en un tono obviamente juguetón, – yo no les dí nada, tarado, ese fuiste tú – respondió el de ojos aguamarina, más molesto que antes.
La sonrisa de Gregorio se fué borrando de su rostro –¿De que hablas? Yo no les dije nada – soltó el pelirosa, en un tono más pausado, intentando recordar si había o no dado su dirección a sus amigos.

– aww, no seas así, si me... Nos diste la dirección, Azulin, solo lo dices para asustar a Gregorio– habló Pedro, interrumpiendo los pensamientos de ambos hermanos, Gregorio suspiró con alivio, se estaba comenzando a asustar, pero, Andrés no estaba del todo convencido, si, tendía a olvidar cosas, pero ¿Ese tipo de cosas también?
El menor de los gemelos abrió la boca como si quisiera decir algo, pero, decidió callar y olvidar el tema por la paz.

Después de caminar un buen rato, el grupo de amigos llegó a un parque donde planeaban pasar el rato, se acomodaron en un rinconcito con jardín.
Armando aprovechó para recoger un par de flores y ofrecerselas a Gregorio, quien las aceptó más que encantado, los otros dos solo miraban la interacción.
Andrés estaba feliz por su hermano, no le agradaba mucho su elección de pareja, a su criterio habían chicos mucho más apuestos y adecuados para el pelirosa, ¿Quien no quisiera salir con el? Es decir, era su gemelo, tenían el mismo rostro hermoso, por ello Gregorio merecía mejor.

Pedro deseaba hacer algo igual a Armando, ofrecerle flores al objetivo de su afecto era un gesto muy cursi, pero efectivo, sin embargo le faltaban agallas; miró las flores con indecisión, después volvió su mirada hacia Andrés – ¿Que me ves?– preguntó el peliazul alzando una ceja, el pecoso no supo cómo responder, había abierto la boca para hablar, hasta que de pronto los cuatro escucharon un grito que les hizo volver la cabeza hacia la fuente.