el culto, los ojos, el títere

316 45 7
                                    


Al despertar la mañana siguiente, Andrés giró su cabeza levemente para observar al rubio recostado a su lado, arrugó la nariz en una mueca de desagrado, pensar en lo que habían hecho la noche anterior le provocaba sentimientos encontrados, enojo, felicidad, ansiedad y unas náuseas horribles.

Hizo el intento de levantarse, por fin podía moverse por cuenta propia, haciendo el menor ruido posible, Andrés comenzó a vestirse, le habían dado un uniforme militar para usar dentro del culto, a él le parecía extraño, pero era mejor no pensar en cosas como esas. Terminó de vestirse, se colocó la máscara y salió de la habitación con cuidado de no despertar al rubio.
Debía buscar una salida y rápido.

El peliazul se movía por los pasillos como todo un experto, ocultándose entre la oscuridad del lugar, ocultándose cada vez que veía u oía a alguien acercarse.
Comenzó a probar varias puertas sin resultado, la mayoría estaban cerradas o no llevaban más que a habitaciones.

Después de un rato de probar puertas, una de estas se abrió, llevaba a un pasillo oscuro, Andrés consideró sus opciones y decidió entrar, no tenía nada que perder.
Caminando en silencio logró escuchar a lo lejos gritos desgarradores de dolor, parecían de personas pero no estaba seguro de eso, esto le hizo tensarse, pero continuó con su camino.

Acercándose cada vez más al lugar pudo divisar una luz, decidió mantenerse escondido en una esquina en las sombras, pudo ver gente siendo maltratada, estaban esposados, vestidos por harapos, sucios, sangrando, llorando, gritando, –¿que mierda...?– murmuró el muchacho para si mismo, observando los horrores el joven quería vomitar, el olor a sangre combinado con más olores misteriosos le daban una cantidad de náuseas inhumana.

Justo cuando iba a darse la vuelta para salir de ahí, una voz le habló – Teniente – Andrés se detuvo en seco, se paró de su lugar y miro a la persona que le hablaba, era el padre –Debe regresar a su habitación, esto no es algo que debería ver, se que está ansioso, pero yo le diré cuando el sacrificio esté listo– Andrés siguió la orden, sin poder resistirse y regresó por dónde vino con un paso forzado, casi robótico.

Había pasado un día desde que formalizaron el trato, ahora estaban en la casa de Pascal, los tres chicos más el pelinegro estaban en su habitación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Había pasado un día desde que formalizaron el trato, ahora estaban en la casa de Pascal, los tres chicos más el pelinegro estaban en su habitación.
– acceder a las cámaras de seguridad pública es fácil, ¿Es todo lo que quieren que haga?– preguntó el de cabellos negros, los demás asintieron a modo de confirmación.

– ¿Cuánto te tardarás?– preguntó Gregorio, acercándose al ordenador con múltiples pantallas del pelinegro para ver lo que haría, – unos minutos, ustedes solo deben mirar– Pascal hizo unos movimientos en su computador, incomprensibles para los demás quienes solo observaban con curiosidad y como había dicho el muchacho, después de unos segundos, ya estaba listo, podían ver todas y cada una de las cámaras.

– ¡Gregorio, mira esa es su casa! – alertó Armando, señalando una de las cámaras, se veía una persona entrando por la ventana de la cocina, momentos después, dos personas salieron una después de otra, – Creo que ese es Andrés – comentó Carlos, – hay que ver para donde se fueron – siguieron el trayecto que ambos recorrieron, desde la casa de los gemelos hasta la iglesia, incluso miraron como un hombre alto y grande golpeaba a Andrés en la cabeza y se lo llevaba hacia la iglesia.

Si Pudiera Prestarte Mis Ojos (Unicorn Wars)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora