Un nuevo conocido

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– Suéltame de una vez – ordenó Andrés jalando su mano, aún no lograba soltarse del agarre del hombre extraño, su muñeca ya estaba poniéndose roja y el estaba comenzando a ponerse más ansioso, en su pánico decidió tirarle un puñetazo al rubio con su mano libre, puñetazo que fué bloqueado –¿Terminaste?– preguntó el rubio en total calma – jódete– respondió el menor de los gemelos.

Gregorio se levantó del suelo y se acercó al hombre que sostenía la muñeca de su hermano junto con los otros dos chicos – el no es así, sólo estaba tratando de defenderme, suéltalo por favor – explicó el pelirosa, intentando resolver la situación, apoyado por Armando que se había acercado tanto como para rozarle la mano.
Pedro observaba todo con desagrado ¿Cómo se atrevía ese tipejo a sostener la muñeca de Andrés cuando el ni siquiera podía darle una flor sin sentir pena?

– ¿estás diciendo que le desfiguró el rostro a un hombre por defensa propia?– preguntó el rubio sin tragarse la explicación mientras Andrés seguía forcejeando con el objetivo de soltarse –bueno... Puede que tenga algunos problemitas– explicó Armando volteando su cabeza para mirar a Andrés soltar maldiciones mientras intentaba liberarse – tal vez muchos problemitas– aclaró, sin dejar de ver al peliazul, – igual, no sé porque te importa, no era tu pelea– habló Pedro por primera vez en todo el rato, mirando con desagrado al rubio que sostenía a Andrés.

– Me importa por qué este tipo es peligroso – respondió el rubio desconocido, dándole un fuerte apretón en las muñecas al gemelo más jóven que hizo que se quedara quieto, – ellos empezaron, no me voy a quedar quieto cuando patean a mi hermano– exclamó Andrés bastante más calmado, si el rubio seguía apretando sus muñecas de seguro se las iba a romper.

Después de un buen rato de explicar la situación, el chico rubio, que ahora Andrés sabía que se llamaba Carlos explicó que el trabajaba de niñero por el vecindario y se preocupó al ver a un tipo haciendo picadillo a otro con una roca – lo siento s...

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Después de un buen rato de explicar la situación, el chico rubio, que ahora Andrés sabía que se llamaba Carlos explicó que el trabajaba de niñero por el vecindario y se preocupó al ver a un tipo haciendo picadillo a otro con una roca – lo siento si te lastimé, es que me pegaste un buen susto – Carlos se disculpó con Andrés quien seguía bastante molesto sobándose las muñecas enrojecidas.

El peliazul a penas había abierto la boca para contestar la disculpa con un merecido "jódete" cuando fué interrumpido por un muy enojado Pedro –el no quiere tus disculpas – el pecoso se colocó en el espacio entre los dos, separandolos – ni siquiera le hables, no lo toques y mucho menos lo mires–
Ambos, el rubio más alto y el peliazul se miraron entre si, igual de extrañados por el comportamiento del pecoso.

Si Pudiera Prestarte Mis Ojos (Unicorn Wars)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora