2.Seres en busca de la perla de Shikon

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La noche había caído sobre la aldea, sumiendo el lugar en una oscuridad densa y envolvente

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La noche había caído sobre la aldea, sumiendo el lugar en una oscuridad densa y envolvente. Solo la débil luz de las antorchas y la luna creciente en el cielo iluminaban tenuemente el paisaje. El aire estaba cargado de una tensión palpable, como si el mismo bosque contuviera el aliento en espera de lo que estaba por venir.

T/n se encontraba junto a la anciana Kaede, tratando de comprender la gravedad de su situación. Las sombras proyectadas por las llamas danzaban en las paredes de la pequeña cabaña, creando formas que parecían cobrar vida. El ambiente estaba impregnado de un silencio expectante, roto solo por el susurro del viento entre las hojas y el lejano ulular de un búho.

De repente, un ruido sordo resonó a lo lejos, seguido de un gruñido feroz.

—No tendré piedad de ustedes, en especial de esa mujer con un horrible olor —gruñó Inuyasha, sus ojos dorados brillando con una ferocidad inhumana mientras avanzaba hacia t/n.

El medio demonio comenzó a correr hacia ella, sus garras reluciendo peligrosamente bajo la luz de la luna. T/n, impulsada por el miedo, giró sobre sus talones y comenzó a huir. Sus pasos eran torpes, pero su torpeza la salvó; resbaló justo cuando Inuyasha agitó sus garras, alcanzando solo a rozar su cabello.

—Te haré pedazos la próxima vez —amenazó Inuyasha, haciendo tronar sus dedos de manera intimidante.

—¡¿En serio estás tratando de matarme?! —gritó t/n, su corazón latiendo a mil por hora mientras corría desesperadamente.

—¡Ahora prepárate para morir!

—¡Jamás lo haré!

De repente, un collar apareció volando y se acomodó alrededor del cuello de Inuyasha, ajustándose mágicamente.

—¿Qué es esto? —preguntó Inuyasha, agarrando el collar con desconcierto.

—¡Rápido, di un conjuro para calmarlo! —le gritó la señora Kaede a t/n.

—¿Qué? ¡¿Pero qué digo?!

—¡Lo que sea para tranquilizarlo!

Inuyasha lanzó sus garras cerca de t/n, rompiendo un árbol en el proceso. La Perla de Shikon se le escapó de las manos a t/n y rodó hasta el medio de un puente de madera sobre un río.

—¡Es mía! —exclamó Inuyasha, aterrizando en el puente de madera con un salto ágil.

—¡T/n, date prisa! ¡Tranquiliza a Inuyasha! —instó Kaede, su voz llena de urgencia.

"¿Tranquilizarlo? ¿Pero cómo?" pensó t/n desesperadamente. Vio que las orejas de Inuyasha se movieron un poco y una idea loca cruzó por su mente justo antes de que Inuyasha alcanzara la perla.

—¡Siéntate! —gritó t/n con fuerza.

El collar jaló a Inuyasha hacia abajo, haciendo que su cara se estrellara contra las tablas de madera del puente con un estruendo ensordecedor.

Inuyasha y Tú [Amor a través del tiempo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora