No eres ella 2

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Todo había pasado muy rápido. O sea, no el acto sexual en sí, sino la manera en que se dieron las cosas aquella noche.

Físicamente todas eran sumamente parecidas con el cabello de rizos rubios largo, la piel bastante blanca, y beneficiadas con una contextura física bastante buena. Podrían fácilmente pasar por hermanas. Tenían incluso cerca de la misma edad y estudiaban la misma carrera de Enfermería.
Una de las diferencias fundamentales y que justamente hacían a Cassandra más atractiva eran el tono verde oscuro de sus grandes ojos; al contrario de Candy que los tenía más redondos.
Sin contar la disparidad de caracteres. Mientras Cassandra era más retraída y  calmada; Candy siempre fue extrovertida. Y con una personalidad mucho más definida que Cassandra.

Apenas él tocó su puerta luego de haber dejado a Susana en casa, se abalanzó sobre Cassandra, sin mediar palabras, arrancándole allí mismo la blusa, y haciendo tirones su falda, dejándola sin posibilidad de defenderse ante aquel hambriento ataque; o al menos intercambiar algunas palabras, que era lo mínimo que hacían las personas a punto de tener relaciones sexuales.
Pero lo que ellos hicieron no podía catalogarse como un simple aquello.
Lo que pasó aquí fue un puro arranque de deseo animal desenfrenado, alimentado por el deseo, la excitación de estar haciendo algo incorrecto y la lujuria.
La acorraló por la pared, al tiempo que sorbía como hambriento los senos de la joven que no tenía fuerza ni poder para resistirse a semejante hombre. Era más fuerte y poderoso que ella. Además ella estaba entregada ¿Cómo negársele?, era algo imposible.
Terius era un imán de seducción.
El muchacho no esperó, allí mismo puso de lado la ropa interior de ella de abajo, le levantó una pierna y la acometió sin más, haciendo que ella casi gritara ante las embestidas sorpresivas a su carne, que apenas empezaba a prepararse; provocándole un ligero dolor placentero al inicio.
Ni siquiera tuvo tiempo de pensar en decirle lo de algún preservativo. ¡Era imposible!

Terius le dio estocadas potentes, haciendo que sus paredes internas se dilataran como nunca antes; ya que nunca antes había sido atravesada por un hombre de estas proporciones.
O sea su novio no era pequeño, pero Terius en serio que era grande, muy grande.
Como era obvio en un hombre como Terius que no se detenía por nada, terminó en toda su potencia dentro de ella, haciendo que ella lanzara un gritito ante la sensación de estar siendo llenada.
El muchacho descansó su cabeza unos segundos en el cuello de ella, para luego cargarla con sus brazos y subirla.
Era más que obvio que las cosas no iban a terminar allí.
Cassandra no tuvo muy bien en claro en qué momento llegaron arriba y él la arrojó sobre la cama, boca abajo. Solo cuando pudo darse cuenta, él ya se había puesto encima de ella y estaba volviéndola a acometer aunque con menos fuerza que la primera vez.
Quizá el muy tarado se había dado cuenta que ella era muy pequeña y en esa posición podría ser capaz de quebrarle la columna vertebral si no media su peso y movimientos.
No dejó de apretarle los senos al tiempo que seguía embistiéndola, mordiéndole el cuello desde atrás, hasta que hizo que ella se incorporara, y se posara por sobre sus manos y rodillas, así de cuatro, para volverla a embestir un poco más violentamente desde esa perspectiva, donde ella no tuviere que sufrir el peso de él.
El muy atrevido incluso fue capaz de darle algunas nalgadas algo violentas al tiempo que se abría paso dentro de la carne caliente de ella que se desplegaba ayudada por los néctares fruto de la intensísima experiencia.
Terius casi no le habló a Cassandra durante todo el acto sexual. Solo se limitaba a preguntarle si le gustaba o si lo quería más duro. Nada más. Bueno, él era la estrella del momento y ella, no se negó.

Terence Grandchester, la historia definitiva.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora