Capítulo 30

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Kate

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Kate....

La verdad se iba a descubrir pronto. Esa mañana al levantarme temprano sentí que mi cuerpo estaba más pesado, como si tuviera un sobre cargo extraño en mi pecho el cual no me dejaba respirar muy bien. Luego de desayunar y despedirnos de los niños que aun dormían, nos pusimos en marcha.

—Kate... —me gire escuchando mi nombre.

A mi lado en el coche, Sebastian sostenía mi mano mientras se veía preocupado. Ya estábamos en camino hacia el lugar donde se realizarían los exámenes.

—¿Si?

—Llevas callada desde que salimos de la casa, si te preocupa la seguridad de los gemelos...

Negué —No no, no estoy... es solo

Suspiro —Kate, ¿qué pasa?

La idea había rondado por mi cabeza, pero tanto mi corazón como mi mente querían que fuera mentira. Que lo que él me había dicho fuera la verdad y esa mujer solo estuviera mintiendo para obtener algo a cambio de Sebastian. Lo quería con todo mi corazón, me aferraba a esa mínima posibilidad que no había evitado que flaqueara y siguiera a Jay cuando me pidió que regresáramos a Los Ángeles.

Aunque me mostré confiada frente a él y los medios, el dolorcito en el pecho continuaba. Y solo había una manera de alejarlo, esa maldita prueba de paternidad. 

Habíamos llegado a la clínica donde se realizaría la prueba de paternidad, pero al acercarnos en el coche a la puerta principal notamos que los periodistas nos iban a hacer el ingreso imposible. —diles que entraremos por la puerta trasera —Sebastian gruño mientras miraba todas las cámaras —malditos parásitos.

—Deberíamos bajar aquí.

—No —fue contundente —no quiero hacerte pasar por este tipo de cosas, vamos a ir por la puerta trasera y luego cuando todo este aclarado, seré yo quien de las respuestas para que se dejen de molestar a nuestra familia.

"Nuestra familia", no sé por qué sonreí ante aquella pequeña, normal y corta frase.

Como el ruso ordeno, el coche rodeo el hospital, entrando por donde solo las ambulancias podían y nos dejó frente a una puerta donde ya había un equipo de personas esperándonos. Algunos llevaban la bata de médicos mientras otros iban muy bien vestidos, lo que me indicaba que se trataba ni más ni menos que de las autoridades del hospital. 

Sebastian bajo tomándose el tiempo para acomodarse el traje, prendiendo los botones de su saco. Dio la vuelta al coche y vino directo a mi puerta, abriéndola y extendiendo la mano —¿Me acompañas? Abogada. —sonrió ladinamente.

Le devolví el gesto por cortesía, saliendo del automóvil. Él se acercó a los entrajados quienes ya estaban listos para lamer sus botas a cambio de dinero, mientras yo me alisaba la falda que había decidido usar ese día. Un escolta se acercó a mí, el cual reconocí como uno de los dos chicos que me había acompañado esa noche al bar —Señora, deberían entrar. Aquí no es seguro, podría haber alguien en el tejado con buena vista para disparar.

Mafias y verdades- Bilogía "Secretos Asesinos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora