Capítulo 10

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CUANDO suena mi despertador, quiero morir.
Estoy cansado. Apenas he dormido pensando en lo ocurrido en aquel bar. Las palabras de Jungkook, su mirada y cómo aquellos hombres me deseaban me impedían dormir. Al final, sobre las cuatro de la madrugada saqué el vibrador de la maleta y, tras jugar un poco con él, conseguí apagar mi fuego interno.

Como el día anterior, Amanda, Jungkook y yo salimos del hotel y el chófer nos llevó hasta las oficinas para proseguir la reunión. Hoy me he puesto pantalones. No quiero que vuelva a ocurrir lo del día anterior. Nada más verme, Jungkook ha paseado su mirada por mi cuerpo y, aunque sólo me ha dicho «Buenos días», por su tono intuyo que ya no está enfadado.
Durante horas, mientras escucho atento la reunión, mi mirada y la de Jungkook se encuentran en varias ocasiones. Hoy no me manda ningún correo, ni interrumpe la reunión. Se lo agradezco. Quiero ser profesional en mi trabajo.
A las siete, cuando llegamos al hotel, me despido de él y de Amanda y subo a mi habitación. Estoy muerto de calor. Alguien llama a mi puerta. Abro y no me sorprendo cuando veo a Jungkook. Su mirada es decidida. Entra y cierra la puerta, se quita la chaqueta y la tira al suelo, se deshace el nudo de la corbata
y después me coge entre sus brazos, y camina hacia el dormitorio con el morbo instalado en su mirada.
-Dios, pequeño... Te deseo.

No hace falta decir nada más. El deseo es mutuo y la noche, larga y perfecta.
Cuando me despierto a las seis de la mañana, Jungkook no está. Se ha ido de mi cama, pero como estoy tan agotado por nuestro maratón de sexo vuelvo a dormirme.
Sobre las diez de la mañana, el sonido de mi móvil me despierta. Rápidamente lo cojo y leo un mensaje de Jungkook: «Despierta».

Salto de la cama y me doy una ducha. Es sábado. Hoy no tenemos ninguna reunión y quiero pasar el máximo de tiempo con él. Cuando salgo de la ducha vestido sólo con la toalla, alguien llama a mi puerta.
Abro y me encuentro a un magnífico Jungkook vestido con unos vaqueros de cinturilla baja y una camisa blanca abierta. Su aspecto es tentador y salvaje. Terriblemente apetecible.
¡Vaya, qué bueno está!
-Buenos días, pequeño.
-¡Buenas!
Lo miro, como si fuera un colegial.
-¿Te apetece pasar el día conmigo? -me comenta.
Su pregunta me sorprende. Por una vez, no está dando nada por hecho.
-Por supuesto que sí.
-¡Genial! Te voy a llevar a comer a un sitio precioso. Coge el bañador.
Sonrío afirmativamente y él entra en la suite.
-Ve a vestirte o al final mi comida serás tú -murmura con voz ronca.
Divertido por sus palabras, corro hacia el dormitorio. Cuando entro, oigo una canción en la radio que me encanta y canto mientras me visto:

Muero por tus besos, por tu ingrata sonrisa.
Por tus bellas caricias, eres tú mi alegría.
Pido que no me falles, que nunca te me vayas Y que nunca te olvides, que soy yo quien te ama.
Que soy yo quien te espera, que soy yo quien te llora,
Que soy yo quien te anhela los minutos y horas...
Me muero por besarte, dormirme en tu boca
Me muero por decirte que el mundo se equivoca...

Cuando me doy la vuelta, Jungkook está apoyado en el quicio de la puerta, observándome.
-¿Qué cantas?
-¿No conoces esta canción?
-No. ¿Quién canta?
Termino de abrocharme el vaquero y añado:
-Un grupo llamado La Quinta Estación y la canción se llama Me muero.
Jungkook se acerca, pero no puedo evitar sonreír, intuyo sus intenciones. Me coge de la cintura.
-La canción dice algo así como «me muero por besarte», ¿no?
Asiento como un bobo. Pero qué tonto me pongo con él...
-Pues eso mismo me pasa a mí en este momento, pequeño.
Me coge entre sus brazos. Me aúpa y me besa. Me devora los labios con tal ímpetu que ya deseo que me desnude y prosiga devorándome. La canción continúa sonando, mientras me besa... me besa... me besa. Pero de pronto se detiene, me suelta y me da un azote divertido en el trasero.
-Termina de vestirte o no respondo de mí.

Me río y entro rápidamente en el baño para recogerme el pelo. Cuando salgo, Jungkook está apoyado en la cristalera mirando hacia el exterior. Su perfil es impresionante. Sexy. Cuando me ve
aparecer, sonríe.
-¿Cómo lo haces para estar cada día más guapo?
Encantado por aquel piropo, le dedico una sonrisa. Él se acerca a mí, me agarra del cuello y me besa.
¡Oh, sí! Finalmente, se separa de mí y me mira a los ojos.
-Salgamos de aquí antes de que te arranque la ropa, pequeño -murmura.
Entre risas llegamos a la recepción del hotel. No vuelve a tocarme ni a acercarse a mí más de lo necesario. Un joven recepcionista, al vernos, se acerca a nosotros y le entrega a Jungkook unas llaves. Cuando se aleja miro el llavero, movidi por la curiosidad.
-¿Lotus?
Jungkook asiente y señala hacia la puerta del hotel donde veo aparcado un maravilloso deportivo naranja.
-¡Dios, un Lotus Elise 1600!
Jungkook se sorprende.
-Señorito Park, ¿además de entender de fútbol también entiende de coches?
-Mi padre tiene un taller de reparaciones de coches en Jerez -respondo, coqueto.
-¿Te gusta el coche?
-Pero ¿cómo no me va a gustar? ¡Es un Lotus!
-Me dejarás conducirlo, ¿verdad? -le pregunto, sin acercarme a él, a pesar de que lo estoy deseando.
Sin sonreír Jungkook me mira... me mira... me mira y al final tira las llaves al aire y yo las cojo.
-Todo tuyo, pequeño.

~Ask mę whätever ¥ou wªnt. ¹~ Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora