Final.

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Ala mañana siguiente, cuando me despierto, estoy solo y desnudo en la enorme cama.
Miro el traje que llevaba Jungkook la noche anterior tirado de mala manera en una silla y mi traje no muy lejos. Sonrío y suspiro. Durante un rato hago un repaso mental de mis últimos meses con él y siento que estoy en una montaña rusa que me gusta y que no quiero que ese viaje acabe nunca.
Mi móvil suena. Un mensaje. Es mi padre para decirme que se va para Jerez. Lo llamo para despedirme de él y sonrío al recordar su felicidad la noche anterior. Jungkook y él hacen muy buenas migas y eso para mí es muy importante. Quedamos en vernos en Navidad. Entonces me despediré de él y luego volaré junto a mi amor a Alemania.

Tras hablar con él, dejo el móvil sobre la mesilla. Cuando mis ojos ven el bote de lubricante encima de ésta, se cierran. Todavía no me puedo creer que yo haga las cosas que hago. En la vida me hubiera imaginado practicando con ningún otro hombre el sexo lujurioso que practico con Jungkook. Cada vez
entiendo más lo que un día Jungkook me explicó sobre el morbo. El morbo te hace llegar a límites insospechados. ¡Vaya que sí! Que me lo digan a mí.

En los últimos meses he practicado sexo en toda la extensión de la palabra y Jungkook me ha compartido con hombres y mujeres. Pensarlo me hace sonreír y desear más. Si alguien me hubiera dicho un año antes que yo haría todo eso, hubiera pensado que se le había ido la cabeza. Pero no. Allí estoy, desnudo en la cama de Jungkook dispuesto a cumplir mis fantasías y las suyas.

Me levanto y, al sentarme en la cama, arrugo el entrecejo al notar que me duele el culo. Con cuidado, me levanto y me siento extraña al caminar. Voy directo a la ducha y, cuando salgo de ella, Jungkook está sentado sobre la cama. Ha puesto música y, al verme, sonríe.
—¿Qué te pasa?
—Me duele el culo.
Su gesto se contrae y murmura:
—Cariño… te dije que no fueras tan bruto.
—Dios, Jungkook… creo que me voy a tener que sentar sobre un flotador.

Jungkook se ríe, pero en seguida ve que yo lo miro con el gesto serio.
—Perdón… perdón.
Con cuidado, me siento sobre la cama y, antes de que él diga nada, levanto un dedo y aclaro:
—No quiero ni una sola coña al respecto, ¿entendido?
—Entendido —asiente.
De pronto, suena una canción que hace que los dos nos riamos. Jungkook me tumba en la cama y divertido comenta:
—Como dice la canción, me muero por besarte.

Me besa. Acepto su beso. Lo disfruto y cuando su mano baja por mi cintura, suena el teléfono. Jungkook me suelta y lo coge. Tras hablar cuelga y dice:
—Era mi madre. Nos espera a las doce y media en el restaurante del hotel.
—¿Para comer?
—Sí.
—Este horario guiri vuestro me mata —resoplo—. Yo más bien desayunaría.

Jungkook sonríe y replica:
—Lo sé cariño, pero regresa a Múnich esta tarde y quiere comer con nosotros.
—Vale —asiento—. Tienes un ibuprofeno o algo así.
—Sí… en el neceser.
Jungkook va a buscarlo, pero se para y dice mientras contiene la risa:
—Tranquilo, cariño, las sillas del restaurante son blanditas.

Aquella coña me hace resoplar. Me vuelvo con ganas de decirle cuatro cositas pero, al ver sus ojos risueños, me detengo y sonrío. Su felicidad es mi felicidad, mientras la canción que me hace morirme por besarlo continúa sonando.
Dolorido, me levanto, abro el armario. Allí tengo un vaquero y una camisa rosa, pero al no encontrar lo que busco me quejo desesperado:
—Joder, ¡no tengo ni unas puñeteras bragas!
—No digas tacos, cariño —me reprende Jungkook abrazándome.
—Lo siento pero los tengo que decir. Me rompes todas las bragas, todos los tangas, mis provisiones están bajo mínimos y ahora no tengo un puñetero tanga que ponerme. Y claro… no pensarás que voy a ir a comer con tu madre sin bragas, ¿verdad?

Divertido sonríe, me entrega el ibuprofeno y contesta:
—Ella no lo sabrá. ¿Dónde está el problema?
Cojo un bóxer limpio de Calvin Klein y me lo pongo. Sorprendido Jungkook me mira.
—¡Vaya! Hasta con calzoncillos me pones, cuchufleto. Ven aquí.
—Ni lo pienses.
—Ven aquí.
—Que no… que tu madre nos espera para comer.
—Vamos, nene, ¡nos da tiempo!
En ese instante suena el portátil de Jungkook. Ha recibido un mensaje. Se lo advierto, pero él ya tiene muy claro lo que quiere. Y lo que quiere soy yo.
Corro por la habitación, me subo a la cama y él me engancha. Me tira en ella y yo me río escandalosamente. Me besa con deleite mientras ríe y me quita los boxers. Se desabrocha el pantalón y,
sin quitarse los calzoncillos, me penetra y yo me acoplo a él. Nos miramos a los ojos y, mientras bombea una y otra vez en mi interior, me susurra cientos de palabras cariñosas en mi oído que me vuelven loco.

~Ask mę whätever ¥ou wªnt. ¹~ Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora