TRES días después, seguimos en Zahara de los Atunes y nos animan a que nos quedemos más tiempo en el chalet. Al final aceptamos encantados. Jungkook recibe varias llamadas y mensajes de una tal Marta y cada vez me tengo que morder más la lengua para no saltar: «¿Quién es esa mujer que llama tanto?».
Al cuarto día, Frida y yo decidimos bajar una noche a Zahara para tomar unas copas. Los chicos juegan al ajedrez y prefieren quedarse en el chalet tranquilamente.Llegamos a un pub llamado «la cosita». Allí nos pedimos unos cubatas y nos sentamos a charlar en la barra. Hablar con Frida es fácil. Ella es divertida, charlatana y encantadora.
—¿Llevas mucho tiempo casada con Andrés?
—Ocho años. Y cada día estoy más contenta de haberlo atropellado.
—¿Cómo?
Frida se carcajea y me aclara:
—Lo conocí porque lo atropellé con el coche.
Eso me hace reír.
—Cuéntamelo ahora mismo —le exijo—. Quiero saberlo todo.Frida da un trago a su bebida y comienza a relatármelo:
—Ambos íbamos a la facultad de medicina en Núremberg. Y el primer día que llevé mi coche a la facultad, cuando fui a aparcar, no lo vi y lo atropellé. Por suerte, no le hice nada salvo algún moratón al caer y poco más. Eso sí… fue un flechazo en toda regla y, a partir de ese día, no nos hemos separado.
Ambos reímos y vuelvo a preguntar:
—Oye, y el tema de los juegos, ¿quién fue el que lo propuso?
—Yo.
—¿Tú?
Ella asiente.
—Tenías que haber visto su cara la primera vez que le hablé de ello. Se negó en redondo. Pero un día lo invité a una de las fiestas donde yo solía juntarme con gente que jugaba, le presenté a Jungkook y, bueno… a partir de ese día ¡le gustó!
—¡¿Jungkook?!
—Sí. Él y yo somos amigos de toda la vida y nos movíamos por el mismo círculo. Algo que, como habrás visto, continuamos haciendo. Por cierto, creo que ya sabes que fui yo la que ese día en el hotel…
—Sí… me lo dijo Jungkook.
—Para mí fue un placer complaceros a los dos.
Al recordar algo, pregunto:
—Oye… ¿tú fuiste a la rueda que organizó Björn la otra noche?
—Sí —ríe Frida—. Me encantan ese tipo de juegos y a Andrés lo vuelven loco.
—¿Y no te da cosa?
—¿Cosa? —se sorprende—. ¿Por qué?
—No sé… ¿No te parece denigrante estar allí para satisfacer los deseos de los hombres? Vosotras os desnudáis. Vosotras sois las entregadas. Vosotras sois las que… pues eso.Frida suelta una carcajada y se retira el flequillo de la cara.
—No, cielo. El morbo que me provoca el momento me encanta. Me vuelve loca cómo me desean, cómo me entrega mi marido, cómo me poseen los demás. Me gusta y le gusta a Andrés. Eso es lo que
cuenta, que a ambos nos guste y disfrutemos de ello.Quiero preguntarle más cosas sobre los juegos, sobre Jungkook, Betta o Marta, pero suena la clásica canción Love is in the air de John Paul John y Frida grita emocionada:
—Me encanta esta canción. ¡Vamos a bailar!
Divertidos, las dos salimos a la pequeña pista donde comenzamos a contonear las caderas al son de aquella bonita canción, mientras soy consciente de que varios de los hombres que se encuentran allí nos observan. Somos dos jóvenes solos y los moscones acechan.Sobre las tres de la madrugada, Frida y yo decidimos regresar al chalet. Estamos agotados.
Caminamos hasta el BMW que hemos dejado aparcado en el parking de la playa y dos de los moscones salen a nuestro encuentro.
—Vaya… vaya… aquí están los dos bailones del pub.
Al mirarlos, los identifico y sonrío.
—Si no queréis líos, más vale que os quitéis de nuestro camino.
Frida me mira. En su rostro veo la inseguridad. Estamos en el parking de la playa y no hay ni una alma. Yo no me dejo llevar por el miedo, agarro a Frida del codo y continúo andando en dirección al coche.
—Eh… venid a aquí, guapos. Estáis cachondos y queremos daros lo que queréis.
—Venga va… idos a la mierda —suelto.
Los hombres continúan tras nosotros. Se nota que van bebidos y siguen con sus toscas insinuaciones.
Cuando llegamos hasta el coche, exijo a Frida que me dé las llaves. Esta tan nerviosa que apenas atina a dármelas. Se las quito de la mano y entonces siento que uno de esos tipos está detrás de mí y pone su mano en mi trasero. Echo el codo hacia atrás y le doy un codazo en el esternón. Frida grita y el joven maldice. El otro intenta agarrar a Frida y, para ello, me empuja y caigo sobre la arena. Eso ya remata mi enfado y me levanto rápidamente.
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~Ask mę whätever ¥ou wªnt. ¹~ Kookmin
Fiksi PenggemarUna de las sagas más eróticas. Adaptacion (Pídeme lo que quieras). Kookmin. Terminada.