UN par de horas después, Andrés baja a recogernos a la playa. Está de buen humor y, mientras nos encaminamos hacia el coche, me dice que Jungkook está descansando. Yo asiento. Me niego a preguntar nada.
Bastante rayado estoy ya con el tema de las llamadas de aquellas mujeres como para preguntar nada más.
Cuando llegamos al chalet me dirijo directamente hacia la piscina. Si Jungkook está descansando, no quiero
molestar.
Frida y Andrés desaparecen y me quedo solo en la piscina. Cojo mi iPod y me pongo los auriculares. Escucho a Jessie James tumbado en una de las hamacas y canturreo. Media hora después, Jungkook aparece por la puerta, parapetado tras unas oscuras gafas de sol. Se para a mi lado. No lo miro. No lo saludo. Sigo enfadado con él. Durante más de diez minutos permanecemos en silencio hasta que él me quita un
auricular.—Hola, morenito.
Con un gesto que denota mi cabreo, le quito el auricular de la mano y me lo pongo de nuevo. Al ver mi poca predisposición para hablar, se sienta cómodamente en una de las hamacas que están frente a mí, se pone los brazos en la cabeza y me mira. Me mira… Me mira… Me mira y, al final, le increpo:
—Por tu bien, deja de mirarme.
—¿O? ¿Me vas a pegar?
Resoplo. Le daría un bofetón con toda la mano abierta.
—Mira, Jungkook, ahora él que no quiere tu cercanía soy yo. Vete a paseo.Él sonríe y eso me cabrea más.
Me levanto y él hace lo mismo. Y, sin pensar en nada más, lo empujo y cae vestido a la piscina.
—Pero Jim, ¿qué haces? —protesta.
Con rapidez, cojo mi bolsa de la playa y corro a la habitación. Cuando entro en ella, voy directa a la ducha, allí veo el neceser abierto de Jungkook y por primera vez me fijo en los frascos de pastillas que hay.¿Qué es eso? Pero antes de que pueda acercarme para leer qué pone, lo oigo entrar en el baño y comienza a quitarse la ropa mojada.
—Vamos a ver, Jim, ¿qué te pasa?
No lo miro. Paso por su lado y respondo mosqueado:
—Nada que te importe.
—De ti me importa todo, pequeño.
Sentirlo tan relajado, cuando yo estoy que echo humo, me hace mirarlo Cabreado.
—Jungkook, cuando estoy enfadado, es mejor que no me hables, ¿vale?
—¿Por qué?
—Porque no.
—¿Y por qué no?
—Pero, vamos a ver, ¿tú eres tonto? ¿No ves que me estás cabreando más?
—Si quieres, le digo a Frida que le haces una limpieza general ahora mismo. Te conozco y sé que cuando estás Cabreado te gusta limpiar la casa.
Al escuchar aquello, gruño. No estoy de humor. Él se acerca a mí y se agacha, colocándose a mi altura.
—Me paso media vida pidiéndote disculpas. Pero merece la pena por el solo hecho de estar contigo y ver tu cara cuando me perdonas.
Intenta besarme y yo me muevo.
—¿Otra vez la cobra?
Su comentario, en especial su cara, finalmente me hacen sonreír.
—Sí, y como no te alejes, además de la cobra, te vas a llevar un guantazo.
—¡Vaya! Me encanta ese carácter tuyo tan español…
—Pues a mí, tu cabezonería alemana me saca de quicio, ¡cabezón!
Acto seguido me coge por la cintura, me tumba en la cama y me besa. La toalla se queda por el camino y estoy desnudo. Intento rechazar su boca, pero su fuerza es mucho mayor que la mía y, cuando
consigue meter su lengua en ella, ya ha podido con mi voluntad y con mi cabreo, y respondo a sus besos con avidez.
—Así me gusta… —me dice—. Que seas una fiera a la que, cuando yo quiero, domestico.
Aquel comentario tan machista me hace darle un mordisco en el hombro y él se encoge, me mira y me muerde en el cuello.
—¡Serás bestia…!
—Para ti siempre, pequeño. ¡Somos como la bella y la bestia! Por supuesto, la bella eres tú y la bestia soy yo.
Ese comentario vuelve a hacerme sonreír y, tras aceptar gustosa el beso de la paz, me doy cuenta de que no tiene buena cara.
—¿Estás bien, Jungkook?
—Sí. Pero aquí la importante eres tú, no yo.
—No, señor Jeon, no. Se está usted equivocando. Aquí el que se encontraba mal hace unas horas y no tiene buen aspecto es usted. Sai alguien se tiene que preocupar aquí es un servidor, no usted.
Jungkook se quita de encima de mí y se pone a mi lado, frente a mi cara.
—Eres precioso.
—No me vengas con zalamerías, Jungkook… y responde, ¿qué ocurre? Acabo de ver en tu neceser varios botes de pastillas y…
—Eres el hombre más bonito e interesante que he tenido el placer de conocer.
—¡Jungkook! ¿Quieres que te insulte y te dé una patada?
—Mmmmm… me encanta él guerrero que llevas en tu interior.
Sin perder mi sonrisa, le acaricio el pelo.
—Da igual lo que digas. No voy a cambiar de tema. ¿Qué ocurre? ¿Qué son esas medicinas que tienes en tu neceser?
—Nada.
—Mientes.
—¿Tú crees?
—Sí… yo creo. Y que sepas que me estás cabreando otra vez.
Sus ojos me miran y sé que lucha por contestar a mis preguntas. Finalmente murmura sin mucha convicción:
—No pasa nada. No quiero preocuparte.
—Pues me preocupas.
Durante unos instantes, que se me hacen eternos, piensa… piensa… piensa y finalmente dice:
—Jim… hay cosas que no sabes y…
—Cuéntamelas y las sabré.
De pronto sonríe y choca su nariz contra la mía en un gesto amoroso.
—No, cariño. No puedo o sabrás tanto como yo.
Sigo sin entenderlo y cada vez soy más consciente de que me oculta algo.
—Escucha, cabezón…
—No, escucha tú… —Pero luego se arrepiente de lo que va a decir y me revuelve el pelo—. ¡Ah… morenito!, ¿qué voy a hacer contigo?
Deseoso de que confíe totalmente en mí, le abro mi corazón.
—Encapricharte de mí tanto como yo lo estoy de ti. Quizá, al final, hasta me quieras y dejes de ocultarme tus secretitos.
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~Ask mę whätever ¥ou wªnt. ¹~ Kookmin
FanfictionUna de las sagas más eróticas. Adaptacion (Pídeme lo que quieras). Kookmin. Terminada.