Capítulo 20

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LA semana comienza con fuerza y yo intento procesar todo lo que me ha explicado.
¿Sobre Betta? No me interesa. No me importa. Sé que Jungkook no quiere nada con ella y lo creo aunque no he querido profundizar en lo que me explicó sobre su padre. Ahora entiendo por qué nunca habla de él y lo omite.

En cuanto a su sobrino, lo entiendo pero me inquieta. Si a mi hermana y mi cuñado les pasara algo, no me cabe la menor duda de que Luz se quedaría conmigo. Yo cuidaría de ella y por nada del mundo la querría ver sufrir.
Vivir en Alemania es algo que nunca me había planteado. Pero, por Jungkook, lo haría. Prefiero vivir con él a vivir amargado sin él. Lo tengo claro, aunque en general tengo que pensarlo un poco más. Irme supondría ver menos a mi padre, a mi hermana a mi sobrina y eso me cuesta. Me cuesta mucho.

Pero lo que me desequilibra emocionalmente es su enfermedad.
Busco en internet toda la información que puedo sobre el glaucoma y soy consciente del miedo de Jungkook y de su inquietud. Lloro en mi casa cuando él no me ve. Sólo me permito llorar allí. Tengo que ser fuerte. Con sus palabras me ha dado a entender el miedo que tiene a su enfermedad aunque no lo dice y no quiero que él vea que yo también le tengo miedo.

Pensar en él ciego me parte el corazón. Jungkook, un hombre tan fuerte, tan posesivo, tan lleno de vida…

¿Cómo puede quedarse ciego?
Comienzo a tener pesadillas. Ya son cuatro noches seguidas las que me despierto sobresaltado entre sus brazos y él me acuna mientras maldice por habérmelo explicado. Mi apetito desaparece y, aunque intento sonreír, la sonrisa se queda en el camino. Ya apenas canto, ni bailo y sólo estoy pendiente de él.
Sólo necesito saber que él está bien para yo estarlo. Pero una noche, mientras los dos leemos tirados en el sofá de mi piso veo en sus ojos la furia y el dolor por la inseguridad que me ha creado y decido que tengo que hacer algo.
Tengo que cambiar el chip.

Necesito que él vea que vuelvo a ser él Jim loco que conoció, así que decido tragarme el miedo, la inseguridad y las lágrimas y comienzo día a día a ser él que era. Él respira y me lo agradece.
A partir de ese momento, Jungkook comienza a viajar más a Alemania. Su sobrino lo necesita y él me necesita a mí tanto como yo a él. Dos semanas después, cuando suena el despertador un lunes a las siete y media, Jungkook ya está levantado. Se acerca a mí, me besa con cariño y yo lo acepto gustoso. No podemos ir juntos a la oficina. Me niego. La gente cuchichearía y no quiero. Al final, Jungkook llama a Tomás, éste lo recoge en la puerta de mi casa y se va. Yo voy a por mi coche y me dirijo al trabajo.

En la cafetería de la planta nueve, tomo un café en compañía de Miguel cuando veo aparecer a Jungkook junto a mi jefa y dos jefes más. Una fugaz mirada de él me hace saber que lo incomoda verme sentado con mi compañero. Pero no me levanto. Miguel es un amigo y él tiene que aceptarlo.
Cuando regresamos a nuestro despacho, intuyo que me observa desde el suyo. Cada vez que cruzo una mirada con él, siento mi cuerpo arder y más cuando siento que sus ojos me abrasan.
Sé lo que piensa…
Sé lo que quiere…
Sé lo que desea…
Pero ambos debemos mantener la compostura y esperar a la noche, a que llegue nuestro momento de intimidad para disfrutarlo.
Aquella mañana a las doce, Jungkook sale de su despacho. Su cara es indescriptible. ¿Qué le pasa? Lo sigo con la mirada, disimuladamente, mientras camina por la planta y de pronto veo que va directo a una joven rubia que está junto a los ascensores. Se dan dos besos en la mejilla y ella le acaricia el rostro.
¿Será Betta?
Durante unos minutos hablan y después se marchan. Una hora después, Jungkook regresa con la misma cara
con la que se fue y deseo que me llame a su despacho. Espero durante quince minutos y, al no hacerlo, decido entrar. Cuando entro, Jungkook habla por teléfono. Cuando me ve entrar, se despide de su interlocutor antes de colgar.

—Ahora no puedo, mamá. Luego te llamo.
En cuanto cuelga, me mira.
—¿Desea algo, señorito Park?
—No están ni mi jefa ni Miguel —aclaro—. ¿Qué te ocurre?
—Nada. ¿Por qué me tendría que ocurrir algo?
— Jungkook… te he visto salir con una joven rubia y…
—¿Y qué?
Su voz es de enfado.
Ese dichoso tonito me molesta, así que, sin decir nada más, me doy la vuelta y salgo del despacho.
Antes de llegar a mi mesa, mi teléfono interno suena y me pide que regrese. Una vez en el despacho cierro la puerta.
—Jim…, ¿qué es lo que has venido a preguntarme realmente?
—Creo que quedamos en que habría sinceridad entre nosotros y me da la sensación de que hoy no lo estás cumpliendo.
Jungkook hace un gesto afirmativo. Entiende lo que le digo.
—Pasa al archivo.
—¡Ya estamos con el archivo!
—Jim… es el único sitio donde tenemos intimidad.
—Pero, bueno, tú es que todo lo quieres arreglar en el archivo.
Sin dejarme decir nada más, me agarra del brazo y cierra la puerta de acceso al despacho de mi jefa.
—Jim… te juro que no tienes que inquietarte por esa mujer.
—Vale… Pero ¿quién es?
Sonríe y susurra:
—Dame un beso y te diré quién es.
—Ni lo pienses. Dime tú quién es y después te daré el beso.
—Jim…
—Jungkook…
Sin perder ni un segundo me agarra, me atrae hacia él y me besa. Entonces, cuando parece que me va a aclarar lo que he ido a preguntar, oigo a mi compañero Miguel llamar a la puerta de su despacho.
Rápidamente, Jungkook me mira.
—No te preocupes por nada. Hoy tengo mucho trabajo y no puedo entretenerme, pero esta tarde en tu
casa hablamos, ¿de acuerdo, cariño?

~Ask mę whätever ¥ou wªnt. ¹~ Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora