VI. Hefesto

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Amo que me odies,
que desprecies mi presencia.
Que me ahuyentes, te alejes,
que te lleves mi existencia.

Que tu luz no me ilumine,
que tu velo no me alcance;
que tus rayos me fulminen,
que tus sueños no descansen.

Puesto está mi anhelo,
relegado del destino
y con harto e inmenso celo
infinito es el camino.

Y ante mí te ves radiante
(ante mí y ante cualquiera),
cinturones de diamante
que al mortal causan ceguera.

Me ves, pues, satisfecho...
felicidad reina y dicha.
Evito espejos por despecho,
¿es de mí o mi desdicha?

 Evito espejos por despecho,¿es de mí o mi desdicha?

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𝑬𝒍 𝑨𝒓𝒄𝒉𝒊𝒗𝒐 𝒅𝒆 𝑳𝒂𝒔 𝑭𝒖𝒓𝒊𝒂𝒔 𝟐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora