I. Crisis

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Arriba en las profundidades

donde las luces se detienen

contemplando fijamente

dos siluetas irritantes.

Son mis ojos que bailan

al compás de tu sonrisa

mientras mi corazón palpita

con moribundo esfuerzo.

Y la sangre que no ha de verse

emana de los escritos,

aquellas páginas malditas

que escribí hace diez noches.

Pídeme más notas y frascos

que preciso, siervo tuyo,

y mis manos que te pertenecen

escribirán mis propias sentencias,

buscando y provocando

maneras de asesinarte

cuando reconsidero

y por fin veo realmente

que esto es imposible,

pues ¿como podría hacerle daño

a alguien que yo mismo

hice inmortal con mis letras?

Entonces muere,

y si no es suficiente,

mátame entonces

que prefiero no respirar

a verte a diario hacerlo.

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𝑬𝒍 𝑨𝒓𝒄𝒉𝒊𝒗𝒐 𝒅𝒆 𝑳𝒂𝒔 𝑭𝒖𝒓𝒊𝒂𝒔 𝟐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora