06. Habitación 16

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06. Habitación 16

X

Mackenzie Clark

Estuvimos todo el día conduciendo, solo hicimos tres paradas para comer e ir al baño. Eran casi las diez de la noche cuando Valak se detuvo frente a un motel.

No se veía en las mejores condiciones, pero tampoco era horrible.

—Baja —ordenó, hablándome por primera vez desde nuestro pequeño juego de la verdad.

Me desabroché el cinturón, yendo rápidamente junto a él. Valak caminó, sin esperarme, hasta entrar al edificio y dirigirse a recepción.

Allí, una mujer de unos cuarenta años, hacía algo en su teléfono. Al vernos, nos dedicó una mirada aburrida.

—¿Sí? —inquirió ella.

—¿Les quedan habitaciones? —preguntó Valak.

—Sí.

—Denos una.

¿Una? ¿Iba a hacerme dormir en el coche o algo así?

—Aquí tienes. La número 16, primer piso —le entregó una llave. Valak le pagó y ella en seguida volvió a su teléfono.

—Ven —volvió a exigirme él.

Caminé a pasos vacilantes detrás suyo, de vuelta al coche. Abrió el maletero y sacó nuestras maletas, lo miré un tanto confundida.

—Solo has pedido una habitación...

—¿Tienes dinero? —me alzó una ceja. No, no tenía el suficiente para gastarlo en un hotel, al menos. Al ver que no respondí, sonrió burlón— Entonces, tendrás que compartir habitación conmigo.

Volvió a caminar, sin esperarme. Gruñí entre dientes mientras lo seguía, cargando con mi maleta. Entramos al motel y subimos al viejo ascensor. Una parte de mí, temió que la caja dejara de funcionar por lo antiguo que se veía.

Cuando encontramos la habitación 16, Valak abrió la puerta y entró. Solté un suspiro, mientras pasaba detrás de él y cerraba la puerta.

Tragué saliva, observando el lugar.

Un televisor antiguo, un pequeño sofá, un balcón y una simple cama para dos personas pero que seguía siendo muy pequeña.

Oh, no. No iba a dormir en la misma cama que él.

Señalé la cama.

—¿Se supone que tenemos que dormir los dos ahí?

—También puedes dormir en el suelo —se encogió de hombros, dejando la maleta sobre el sofá.

Lo miré mal.

—Iré a ducharme, no entres —exigí, abriendo mi maleta para agarrar un pijama.

Él se encogió de hombros otra vez, quitándose la camiseta y dejándose caer en la cama.

Maldita sea. Si ya era sexy durante su adolescencia, ahora era mortal.

Éxtasis (LM #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora