15. Brillo

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15. Brillo

Y si nunca volvemos a ser lo que fuimos,
tendremos que ser algo mejor
- Benji Verdes

Valak Greco

Me quedé a verla bailar.

No me gustó en absoluto ver a todos esos babosos detrás de ella y su perfecto trasero, pero yo también pertenecía al grupo de babosos.

Solo que yo tenía derecho, ellos podían irse a la mierda.

Me quedé todo el puto rato, hasta que llegaron las cuatro de la mañana y los guardias decidieron echarnos a los pocos que quedábamos dentro.

—Está bien, Jake, él está conmigo —aseguró Kenzie, sonriendo y colocándose una bata que le pasaba una de las bailarinas y acercándose a mí—. Deberías haberte ido a casa.

—No me gusta pensar que caminas sola a estas horas de la noche. Me da igual que sepas pegar puñetazos como una puta boxeadora profesional.

Rió por lo bajo.

—Deja que me duche y me cambie, ¿vale?

—Te espero aquí —asentí. Ella dejó un rápido beso en mi mejilla y se fue junto a una muchacha.

—¿Así que eres su novio o algo así? —me giré ante la voz masculina.

Un hombre estaba sentado en uno de los taburetes, apoyando los antebrazos en la barra y con un vaso de whisky. Tenía el pelo rapado y era como dos veces yo, en tamaño y altura.

—Supongo.

—Siéntate. Tómate algo, invita la casa. ¿Te gusta el whisky?

Cuando asentí, le pidió a la camarera que me pusiera un vaso. Ella le rodó los ojos.

—Esto cuenta como horas extras, DeLuca, y se pagan el doble —bromeó. El hombre, DeLuca, que era el jefe, soltó una carcajada.

Me relajé ante eso. Las chicas parecían llevarse bien con el hombre y, aunque habíamos confirmado que no se trataba de trata de blancas, me alegraba saber que no tenían un jefe que simplemente las cosificaba y las trataba como mierdas por su trabajo.

La camarera me sirvió el whisky y, cuando confirmó que no necesitábamos nada más, se marchó, exigiéndole a DeLuca que fregara los vasos o mañana se los partiría en la cabeza. Palabras de ella, no mías.

—Mack parece contenta cuando te ve —comentó—. Se le iluminan los ojos y deja de ser la reina del hielo. La derrites y no he visto eso en los siete años que llevo conociéndola.

Un sentimiento de orgullo me hizo inflar el pecho como un neanderthal. Yo sabía eso perfectamente, pero escuchar a otra persona admitirlo resultaba gratificante.

Mack era mi chica y todos aquí debían haberlo notado ya.

Mackenzie Clark

—¿Quién era el chico? —preguntó Cherry, mientras yo me duchaba.

Sonreí levemente.

Éxtasis (LM #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora